Se había arreglado para la cita más deseada de sus últimos 20 años y estaba a punto de irse, y claro, no podía imaginar que un clavo terminaría amargando su día. Cuando se estaba poniendo el abrigo vio por el rabillo del ojo que una punta de un clavo sobresalía de la bolsa de basura. Y Laura Especie es de las que no pueden conciliar el sueño si ve el mínimo desorden a su alrededor, por ejemplo la rendijilla de un armario mal cerrado. Así que pensó que hacer un transvase de una bolsa de basura a otra nueva, no le llevaría ni un minuto...

Nada más agarrarla se le rompió y desparramó su contenido por el suelo. En el suelo se desesperó al ver que restos de remolacha habían calado su tarima color hueso. Pero más se desesperó cuando vio una foto suya, que horas antes había roto (por sentirse fea), impregnada de restos de restos que ella misma había desechado para los restos. Su cara había cambiado y se había convertido en lo que no era aunque lo parecía. Al tratar de cogerla y no salpicarse sufrió un calambre en la pierna que la impulsó hasta la pared. Se topó con su cuadro favorito. Un retrato de Napoleón Huerto, su primo bailarín y jardinero adicto a fotografiar soportales. Lo tiró, al caer se desparramó sobre la remolacha.
No quiso desesperarse, aún con ilusión por la cita, y dejó el abrigo para concentrarse mejor en el desaguisado. Pero cayó en el terror cuando el perchero sucumbió al peso de un abrigo ligero. Y con esta nueva acción el recibidor de su menudo y diáfano piso se convirtió en un caos insoportable. Rompió a llorar desconsoladamente y se entregó al destrozo. La cita desapareció como las manchas con la lejía. No había quedado con nadie, sino con ella misma para celebrar su amor propio. Pero poco a poco el odio iba apoderándose de su ser. Y finalmente decidió desaparecer. Lo tiró todo, y se encerró en el baño. Y allí se clavó una chincheta que surgió del sueño infantil de ponérsela bajo el culo de Teresa, su compañera de clase. Un mal día.
Comentarios
Afortunadamente y de momento, en la vida real todavía controlo más los imprevistos.
Nota: Me reconforta que alguien más sueñe esas cosas, gracias por contarlo claudia.
A veces uno queda consigo mismo y acaba sentado sobre una chincheta…frente a uno mismo. En este tipo de citas siempre se cuela alguien que no estaba invitado, pero que estaba.
isa
(Me siento tan identificada con lo de la chincheta… Yo siempre quise romper unas gafas de un pisotón. Hasta que rompí las mías sin querer)