Se olvidó de matar la última copa y eso, dicen, trae mala suerte. Él, Jacinto Habitual, no es supersticioso, y sí muy dado a abandonar la 'escena del crimen'. En esta ocasión, sus dos acompañantes de secuencia son Merina Faena y Renato Absorto. Los tres hablan de lo sucedido mientras no dejan que las copas queden huecas en ningún momento; ¡Huérfanas de buen caldo! exclama Faena.
Pero todo este escenario es otra historia. Lo que me atrae de los hechos es lo que ocurrió después de que Habitual no matara la copa. Y ocurrió que abandonó la escena y llegó a su casa, 1.000 m2 entre él y él. Empezó a escribir, cuerpo a tierra, unas palabras en cuerpo de mail. Le gustaba sentir el calor de la calefacción del suelo. Y sin darse cuenta, dos horas más tarde, se envió el mail a sí mismo. Su destinatario original era un tal Solto Gerardo, pero acabó volviendo...
Entonces, al entrar en su bandeja un mensaje con su propio nombre se sorprendió y lo leyó. Y leyó con la mente transformada en mente lectora en lugar de mente escritora. Eran las mismas palabras que había escrito él transformadas por el hecho de leerlas con otra postura. Al terminar la lectura, subió a la cocina (ubicada en el desván), abrió su mejor vino y mató la última copa.
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*La imagen se titula Frágil (copa rota) y la he tomado prestada la imagen del blog Mi Última obra.
Comentarios
Y brindo por Habitual, aunque sea con mi copa rota.
grp(aunque hoy un poquito menos :))