
El cuento se lo abonaron al peso. Y sacó mucha pasta por ello, pero dejó de sacar el resto. Eso la hundió en la miseria y sin llegar a ahogarse empezó a sufrir desequilibrios. Primero vino un tumbo hacia un lado y después al otro... Ahora, aunque en medio, está más torcida que nunca. ¡Pobre! Hacía caja cada vez que pasaba página. Y ahora, que el marcador no tira; ahora que no hay vuelta de hoja, pretende apostatar en su propia Iglesia; hora que está de espaldas, con una maquillada escoliosis ante la vida...
...Quiere convencernos a todos de que internet no sirve para nada. El problema (uno de ellos) es que se ha girado tanto que no se ve ni la cara, porque lo único que ve es la nuca. Y no mirarse el ombligo la desequilibra más, la aturde. Y lo peor es que se le llena la garganta de concongoja y es alérgica a la angustia. El desenlace es un misterio, pero pinta fatal.
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