Ayer escuché a alguien por la calle decir que era un poco corto, que no se entera de nada de lo que lee y que admira a mucha gente. Decía que no comprendía lo que decía esa gente, pero que le gustaba oírles, que no escucharles (esto lo añado yo). Y a continuación me llegó un olor extraño que no sabría definir.
Los olores pueden ser un refugio, un arma contra uno mismo, un indicador de sentimientos, etc. Pero, sobre todo, tener olfato te ayuda a taparte la nariz cuando hay que hacerlo. Es decir, a protegerte de pestes y poder elegir respirar sin intoxicarte por la estupidez. Porque la estupidez -me comenta mi perra, que sabe mucho de olfato- no huele a nada. Es tan camuflable que uno suele inhalarla sin ser detectada.
La mejor defensa contra una buena agresión de estupidez -por ejemplo cuando procede de alguien que hace gala de ella en mitad de una conversación- es taparse la nariz y alegar (por si preguntan qué hacemos) que necesitamos la presión para liberar los oídos. El olor pasará de largo y el imbécil o la imbécil de turno, también.
Los olores pueden ser un refugio, un arma contra uno mismo, un indicador de sentimientos, etc. Pero, sobre todo, tener olfato te ayuda a taparte la nariz cuando hay que hacerlo. Es decir, a protegerte de pestes y poder elegir respirar sin intoxicarte por la estupidez. Porque la estupidez -me comenta mi perra, que sabe mucho de olfato- no huele a nada. Es tan camuflable que uno suele inhalarla sin ser detectada.
La mejor defensa contra una buena agresión de estupidez -por ejemplo cuando procede de alguien que hace gala de ella en mitad de una conversación- es taparse la nariz y alegar (por si preguntan qué hacemos) que necesitamos la presión para liberar los oídos. El olor pasará de largo y el imbécil o la imbécil de turno, también.
Comentarios
No sé, a mi me huele a injusto, pero igual es que no lo he pillado :))