Ir al contenido principal

LETRAS AL SUELO

Estaba escuchando una canción de Los Nikis cuando me di cuenta de que tenía que cambiar de vida... Y no hay nada más escrito. Es un libro sin ISBN, con 300 páginas y ya. Me lo he encontrado en el suelo, no diré que tirado, pero sí abandonado. No sé qué tema de Los Nikis estaría escuchando el autor/a de este... libro vacío, pero a mí me viene a la cabeza Diez años en Sing Sing.

Me pregunto ¿Se daría cuenta de que tenía que cambiar de vida gracias a la canción? ¿Estaría oyendo una radiofórmula y entró el grupo por azar en antena? ¿Por qué quería cambiar de vida? ¿Fue tan eficaz la decisión que no terminó ni lo empezado? ¿Qué habría empezado y qué habrá terminado? Un libro con hojas vacías, adoptado por una sóla frase... Hojeo en busca de algún detalle aparentemente invisible. Pero nada.

Empiezo a recordar la canción... No soporto habitar entre las ratas, no quiero picar piedra porque sí. Mándame la lima en un bocata, porque llevo diez años en Sing Sing. Entonces se me ocurre una frase para continuar lo empezado y la escribo a mano en el libro: No había más remedio, llevaba demasiado tiempo encerrado en la idea de otra persona. Ya era hora de empezar a tocar cosas, de tocarte a ti...

Después, dejo el libro en el mismo sitio y me marcho cantantando... El Imperio Contraataca, pero sin banderas, que la ironía está en la propia canción; no hay más que ver el vídeo.
PD.: Y de casualidad me encuentro con una joya en "casa", el concierto de Los Nikis en La Edad de Oro.

Comentarios

isa ha dicho que…
Cuando escuché la canción del Imperio aún no tenía yo el órgano de la ironía desarrollado, así que la oía y ponía cara de 'ala, lo que han dicho'

Me quedo con esta frase tan sugerente e inspiradora para continuar escribiendo el libro abandonado: "llevaba demasiado tiempo encerrado en la idea de otra persona".

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

El Cerrojo

Abrí para pedir un café, pero una mirada (que vale 1.000 vocablos) me cerró la puerta. Esperé a que pestañeara, pero solo un párpado estaba por la labor de ceder. El otro protegía -con todo- el ojo avizor. Saqué una llave en son de paz. Dio un golpe en la mesa como respuesta. Intenté darle mi brazo al torcer. Sacó un as. Yo pinté bastos. “El cerrojo, aunque no lo creas lo llevas tú”, me dijo en tono conclusivo. Cuando miré mis manos para intentar descifrar sus palabras la camarera me sirvió un café. No entendí mucho lo sucedido, y menos cuando me giré hacia la puerta nadie miraba. Solo quedaba la mirilla, hidroalcohol y una propina. 

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...