Es la primera vez que le ocurre. No ha durado mucho, apenas cinco minutos, pero para él ha sido un mundo. Durante ese rato ha sentido... el sentido del desequilibrio vital en sus propias carnes y vísceras. Se ha mareado, ha llegado a no ver; cada ojo parpadeando a su 'rollo' (por no parear la frase con 'antojo'). Ha sufrido temblores en los pies, en las manos, en los genitales, en el occipital izquierdo...
Después de lo sucedido, ha dudado sobre la necesidad de entretenerse. Es entonces cuando un doctor (con maquillaje) aleatoriamente le frena por la calle. Está en prácticas y le asegura que no es la primera vez que ve esa cara. Le recomienda que se pase por su consulta... ¿Para que le consulte qué, doctor? Carraspea antes de contestar y le pregunta si es la primera vez que ocurre. Que yo recuerde sí. Le da su tarjeta y le da cita para dentro de dos horas y un minuto.
Ya en la consulta. ¿Sigo aprendiendo, sabe usted? Tengo 45 años y continúo haciendo prácticas. Eso es porque un día me pasó lo mismo que a usted y decidí sublimarme en una práctica contínua. Desnúdese, piense en alto y cuente hasta ocho a la vez. Lo sé, es imposible, pero piense que lo hace. ¡ME ABURRÍ! SÍ, ME ABURRÍ DURANTE 5 MINUTOS! Confiesa por fin.
Al término del desahogo se desmaya. Al despertar está atado a una camilla, y rodeado por facultativos de diferentes medios de comunicación que ejercen la medicina mediática. Todos le apuntan con dos cámaras, preguntas que no hacen, una máquina de la verdad y un contrato de por vida. Finalmente, él que ya no es él, firma y se une para siempre al entretenimiento. Está a salvo.
Comentarios
¿No serás tú el que tiene un contrato con el entretenimiento ajeno?. Si es así, espero que te paguen como te mereces (bien, me refiero).
Genial.