POR Espectador sobre escena
Hoy tras terminar mi espectáculo me he sentido extraño. Me han aplaudido más que nunca, me han tirado flores... ramos enteros, ofertas de trabajo, twitts cariñosísimos y ademanes poco frecuentes. He liberado durante un instante a mi ego, se ha dado un garbeillo y ha vuelto a mí. Me han llovido palmaditas en la espalda, han caído propinas del más acá y además he probado la medicina del éxito. Pero me siento extraño.
48 Horas antes no sabía aplaudir, ahora tampoco, pero junto las palmas repetidamente cuando estoy delante del espejo. No sabía entender la diferencia entre admirar y admirarme. Me admiraba pero no, me amaba pero no, me quería aunque no, era alguien y no lo era... era el mejor "uno más" de los "uno más". Me aplaudía con ganas. Ganas de no terminar de escuchar ese sonido. Pero no me sentía extraño.
Ahora sí, tengo el éxito ante mí y me siento extraño. Temo bajar y volver, creo que si regreso a mi butaca de siempre no saldré nunca. Ahí hay alguien que aplaude mientras me apunta... Ahí hay otro que no me aplaude con tantas ganas. Y esa otra está deseando irse, sólo pendiente de que su acompañante termine de aplaudirme. Esa se ríe, esa no... Y todos me aplauden, menos yo, que me siento extraño.
Hoy tras terminar mi espectáculo me he sentido extraño. Me han aplaudido más que nunca, me han tirado flores... ramos enteros, ofertas de trabajo, twitts cariñosísimos y ademanes poco frecuentes. He liberado durante un instante a mi ego, se ha dado un garbeillo y ha vuelto a mí. Me han llovido palmaditas en la espalda, han caído propinas del más acá y además he probado la medicina del éxito. Pero me siento extraño.
48 Horas antes no sabía aplaudir, ahora tampoco, pero junto las palmas repetidamente cuando estoy delante del espejo. No sabía entender la diferencia entre admirar y admirarme. Me admiraba pero no, me amaba pero no, me quería aunque no, era alguien y no lo era... era el mejor "uno más" de los "uno más". Me aplaudía con ganas. Ganas de no terminar de escuchar ese sonido. Pero no me sentía extraño.
Ahora sí, tengo el éxito ante mí y me siento extraño. Temo bajar y volver, creo que si regreso a mi butaca de siempre no saldré nunca. Ahí hay alguien que aplaude mientras me apunta... Ahí hay otro que no me aplaude con tantas ganas. Y esa otra está deseando irse, sólo pendiente de que su acompañante termine de aplaudirme. Esa se ríe, esa no... Y todos me aplauden, menos yo, que me siento extraño.
Comentarios
"Calle Melancolía, quiero mudarme hace años, al barrio de la alegría, pero siempre que lo intento, ha salido ya el tramvía ...."
Hay que salir, no solo de la butaca, hasta del Teatro hay que salir .... y respirar .... sentirse extraño es lo normal .....
Gracias, Juana!
Un saludo desde el hueco del apuntador apuntado.
Uno debe acostumbrarse al aire nuevo, incluso al sano.
El ego es necesario; el desmedido es absolutamente insoportable, y hay tantos!! pero un ego que aprende y agradece un aplauso, un twitt, una palabra de aliento, es un ego agradecido y que en cierto modo, retroalimenta a otros egos maltrechos.
Tiempo al tiempo, hasta el bienestar produce vértigo.
(Demonios, y por qué no lo producirá el malestar?)
Un abrazo :)
Aplaudo, aplaudo.