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MARRÓN EN MENTE, CAE LA NOCHE Y LO MATA

El otro día Nico salió a trabajar como de costumbre. Se metió a las 8 de la mañana en el metro, como siempre. Y siempre con su sonrisa en la cara. Pocas veces tiene un mal gesto. No es que sea el típico que va de bueno como pose. No, Nico es un tipo majo, auténtico. Según se metía en el suburbano vio que una chica intentaba, como podía, bajar las escaleras con el carrito de su hijo. Aunque iba con prisa, la ayudó. Después, un señor que iba delante de él en las escaleras mecánicas casi se cae para atrás... Nico lo evitó con su cuerpo como parapeto. Al llegar a su destino, comenzó a subir al exterior. Una señora que llevaba una maleta más grande que ella, apenas podía avanzar un escalón. Se la subió y la señora no escatimó en agradecimientos.

En el camino a la central eléctrica, donde curra como un condenado, atendió a un chaval que se había perdido... No sabía cómo llegar a Sol. Estaban en Pueblo Nuevo. Nico le indicó y le dio hasta dos opciones. El chico, sonriente y sorprendido, también le dio las gracias. Unos pasos más tarde, Nico se metió a tomarse un café en la cantina “LUIS”, al lado de la central. Una pareja que discutía se dio cuenta de que les faltaba un euro para alcanzar la factura del desayuno que se habían metido. Ni lo dudó, él les dio ese euro que les faltaba. Muy agradecidos, y sin sincero ánimo de réplica, la pareja aseguró que le debían una. Nico terminó su porra, bien empapadita en el café con leche, y se marchó.

Al salir a la calle, se acordó de un importante marrón que tenía que resolver a lo largo de la jornada. Resulta que un compañero, un poco geta, había dejado de hacer su trabajo para dedicarse a otro tema. Aquello provocó que Nico tuviera que encargarse de algo más que no le correspondía. El geta, siempre se lo montaba muy bien para aparentar que se dejaba la vida en el curro. Nico, por el contrario, no sabía venderse y sí asumir tareas ajenas y resolver. Y claro, el esfuerzo se duplica...

Con el marrón en mente, también conocido en ciertos ámbitos como “prodo”, se dispuso a cruzar la calle con prisa. Empezó a correr. Al llegar al otro extremo de la calle, una señora se agachaba buscando algo. Al ver pasar a Nico corriendo pensó que éste le había robado la cartera. Se puso a gritar: ¡Al ladrón, al ladrón! Dos tíos vieron la escena alarmados por los gritos de la mujer y salieron tras él. Le pillaron y le dieron una paliza que le llevó al hospital. La señora poco encontró su monedero mientras apaleaban a Nico y se fue sin decir nada.

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