Ir al contenido principal

MONTO Y ME VOY... DE VUELTA AL COI

¿Queréis ver creatividad? ¿Os apetece daros un baño de ingenio? ¿Os gustaría ver cómo se hace un buen videoclip con un teléfono móvil? ¿Desde cuándo no percibes buen rollo en un trabajo? ¿Queréis conocer una de las cocinas de RTVE, del Pirulí? ¿Sabéis qué es el COI? Bueno, pues basta de tanta pregunta…

Lo que vais a ver si pincháis en el vídeo, que os paso en esta entrada, es un montaje realizado por parte del equipo del Centro de Operaciones de Informativos. Un homenaje a unos currantes con talento. Operadores, realizadores, e incluso plumillas (que aún no saben que pueden salir de la cabina)… Todos forman el COI.
Ese ente condenado a la extinción, lo que significa que a muchos tal fenómeno nos dejará en bolas. Casi cada día ellos nos ayudan a editar el conglomerado de imágenes, premontajes y sonidos (pilas de betacams formando una masa montañosa) que llevamos los redactores hasta sus equipos. Ese ente maltratado por la inevitable transición de lo analógico a lo digital. Ese ente del que salen montados muchos de los reportajes que luego veis en la tele.

Los “chicos” del COI son excelentes profesionales, excepcionales. Gente con la que da gusto trabajar. COMPAÑEROS que te alegran la mañana con sus propuestas a la hora de montar, de crear, de innovar. Y como muestra, en uno de sus ratos libres se han currado esta pieza que no han dudado en colgar en Youtube… Juzgad vosotros mismos. Quién sabe si de esta joyita que se han marcado, saldrá en un futuro una serie de televisión, un spin off para el mundo internetero o un argumento para construir algo interesante.

Un abrazo fuerte (en orden cronológico de montaje) a: Alberto, Carlos, Toñi, Raúl, Eugenio, Alma, Marta, Pedro y Fernando. Si me dejo a alguno o cambio algún nombre, pido perdón… los rayos catódicos y las frecuencias televisivas, en ocasiones, nublan la memoria. Pero sin acritud, eh! Este plumilla bloguero, os saluda.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Fantástico el mundillo interno de los medios de comunicación.
Anónimo ha dicho que…
Simplemente Gracias Dani!

Redactores como tú ,con tu educación y buen hacer, hacéis que nuestro trabajo sea más agradable.

Ya nos estamos planteando una segunda entrega, pero ésta grabada a las 14.55, en pleno caos pre-telediario. ¡Que no todo es fiesta!

Nos vemos en el COI

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...

En tela de juicio bajo tierra

Me echan monedas... ¡hasta billetes de 10 y 50€! Voy arreglado, sólo estoy algo mareado y sentado en el suelo del metro por no poder sostenerme en pie. Soy abogado , pero no puedo pararles y decirles que no necesito su dinero. No me sale la voz. Estoy preso  en este pasillo... Bloqueado, encerrado y cubierto por aquella tela de juicio que usaba mi padre para tejer el amor hacia mi madre, la gran fiscal en estado permanente (somos 15 hermanos). La superficie de mi maletín tumbado se ha deprimido por la gravedad del dinero... Y no para de hundirse. Yo, mientras tanto, sigo sin saber qué razón inmaterial me impide levantar la cabeza y erguirme como Dios siempre me indicó. Empiezo a detestar el sonido del dinero, la caridad... No puedo defenderme de este ataque absurdo. No sé si me miran mientras tiran su circulante. ¡Nos sabéis lo que llevo en el maletín, desgraciados, no lo sabéis! ¡Con estos papeles sabríais lo fácil que me resultaría hundir vuestros culos en la miseria. Por fin co