Parece increíble, pero a Gustavo Atajo le han salido dos dedos en la frente. Ha ocurrido tras acudir a una sesión de desintoxicación de pepino caramelizado con pensamientos impuros. Se le juntaba la caballera con las cejas al ritmo del pecado; pero ahora en mitad del proceso ha emergido un índice atado a un dedo corazón muy erguido.
Confundido por su aspecto y los aspectos que nunca había manejado antes de la sesión, ha decidido no ver al Papa. Por si acaso. Se mira al espejo y junta las yemas de las manos con las de la frente; por detrás cruza los dedos para que todo esto pase y vuelva a la normalidad que nunca ha conocido.
Tanto pepino confundía sus convicciones. Tanta caramelización impía nublaba su visión. Ahora, con las nuevas falanges sobre sus arrugas de la frente, reforzadas por la inexpresión de una vida torcida, no ve más que antes, pero sí una alternativa a su visita a la visita del Papa. Obligada antes, cuestionable ahora. Cuestión de dos, se dice a sí mismo. Y el corazón de la frente, más erguido si cabe...
Confundido por su aspecto y los aspectos que nunca había manejado antes de la sesión, ha decidido no ver al Papa. Por si acaso. Se mira al espejo y junta las yemas de las manos con las de la frente; por detrás cruza los dedos para que todo esto pase y vuelva a la normalidad que nunca ha conocido.
Tanto pepino confundía sus convicciones. Tanta caramelización impía nublaba su visión. Ahora, con las nuevas falanges sobre sus arrugas de la frente, reforzadas por la inexpresión de una vida torcida, no ve más que antes, pero sí una alternativa a su visita a la visita del Papa. Obligada antes, cuestionable ahora. Cuestión de dos, se dice a sí mismo. Y el corazón de la frente, más erguido si cabe...
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Un abrazo
Eva