Me comentó un amigo que debía conocer a Mercado Fugge un tipo curioso que anda por ahí. ¿Curioso por qué? Le pregunto a mi amigo (David Nemato). Tú, sólo, habla con él. Responde. Me acerco a Fugge. Está en un banco sin tablas, sentado en el vacío que hay entre el suelo y su trasero. Siéntate conmigo, Dani. Venga, voy. Respondo.
Los dos suspendidos comenzamos a hablar. De entrada me interesa su profesión: Decantador de ideas puntuales. En qué consiste. ¿Cuántas ideas tienes al día? Muchas. ¿Cuántas te apuntas? Ninguna. Pues como tú hay cientos de miles de personas que hacen lo mismo. ¿Y entonces te dedicas a aislar esas ideas. Exacto... Tengo un sistema que las detecta mientras hablo con mi cliente, estudia sus palabras, establece algoritmos y finalmente decanta cada una de ellas.
¿Y después? Después se las pongo delante y él decide con cuál se queda. ¿No se puede quedar con todas? No ¿Y eso? Eso no vale ¿Por qué? Porque no está escrito ¿Dónde? En mi deontología... Vale ¿Puedes decantarme? Son 200. Joder. Es el precio de valorar tus ocurrencias. Joder, venga, ¿Puedo pagarte con tarjeta? Sí. Pues dale. Voy...
Finalmente aisló una idea que tuve un día, hace tres años entre muchas que no caben sobre un tapete. Pagué por ella y me la llevé apuntada. Sin embargo, tengo la sensación de que no es mía. Me acerco a consultar, presuponiendo que hay servicio "posventa" y Fugge me dice lo siguiente: Es posible que hayas cambiado mucho, es posible que sea una ida de otro que entró por un canal subterráneo a tu cerebro, es posible... Que sea una idea equivocada.
El caso es que al final del final me quedo con la idea de no tener ni idea. ¡Qué cosas! Pero me quedo con el hecho de haber dado con este personaje que intuyo traerá cola.
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(opinión peregrina de alguien sin ni idea)