Por Fabio Carabeo.
La valentía de unos se demuestra pelando patatas y la cobardía de otros rastreando un imposible desván subterráneo. Estoy convencido de que mi abuelo Raimundo Encurva se encontraba en mitad de una tormenta de ideas etílicas cuando acuñó esta frase; que desde niño no hacía más que repetirme al finalizar las sobremesas de los sábados de invierno.
La verdad es que le echo de menos. Como a mi tío Almendro y sus rimas catastróficas. Por ejemplo, una pieza clásica de Navidad: Fabio, te doy el aguinaldo con la promesa por tu parte de que no te hartes sin antes hablar con el viejo Aldo... Dime sí o dime no, pero nunca te quedes con la duda, que desnuda siempre trunca el sino de un regalo.
Ya no queda nadie. Quizá por eso me he mudado aquí, a Periodismo Ficción. Porque aquí están todos y si no están, surgen como las penosas rimas o las fábulas etílicas. Las tormentas de ideas onanistas, a veces, resultan tan delirantes que termino por reencontrarme con abuelos o tíos que jamás he tenido. Sin embargo, les escucho con todos los sentidos esquizofrénicos abiertos de par en par... y en su honor, de bar en bar. ¡Salud!
La valentía de unos se demuestra pelando patatas y la cobardía de otros rastreando un imposible desván subterráneo. Estoy convencido de que mi abuelo Raimundo Encurva se encontraba en mitad de una tormenta de ideas etílicas cuando acuñó esta frase; que desde niño no hacía más que repetirme al finalizar las sobremesas de los sábados de invierno.
La verdad es que le echo de menos. Como a mi tío Almendro y sus rimas catastróficas. Por ejemplo, una pieza clásica de Navidad: Fabio, te doy el aguinaldo con la promesa por tu parte de que no te hartes sin antes hablar con el viejo Aldo... Dime sí o dime no, pero nunca te quedes con la duda, que desnuda siempre trunca el sino de un regalo.
Ya no queda nadie. Quizá por eso me he mudado aquí, a Periodismo Ficción. Porque aquí están todos y si no están, surgen como las penosas rimas o las fábulas etílicas. Las tormentas de ideas onanistas, a veces, resultan tan delirantes que termino por reencontrarme con abuelos o tíos que jamás he tenido. Sin embargo, les escucho con todos los sentidos esquizofrénicos abiertos de par en par... y en su honor, de bar en bar. ¡Salud!
Comentarios
(Opinión peregrina de alguien sin ni idea)
Pego a la pared mi danone atado a un hilo y… me descojono con ese hostión de ayer recibido hoy, trato de disimular con el pie ese desván subterráneo o sonrío sin parar con esa ‘penosa rima’.
Y todo mientras trato de pelar patatas sin cortarme.