Ir al contenido principal

CUENTO ETÍLICO DE INVIERNO

Por Fabio Carabeo.

La valentía de unos se demuestra pelando patatas y la cobardía de otros rastreando un imposible desván subterráneo. Estoy convencido de que mi abuelo Raimundo Encurva se encontraba en mitad de una tormenta de ideas etílicas cuando acuñó esta frase; que desde niño no hacía más que repetirme al finalizar las sobremesas de los sábados de invierno.

La verdad es que le echo de menos. Como a mi tío Almendro y sus rimas catastróficas. Por ejemplo, una pieza clásica de Navidad: Fabio, te doy el aguinaldo con la promesa por tu parte de que no te hartes sin antes hablar con el viejo Aldo... Dime sí o dime no, pero nunca te quedes con la duda, que desnuda siempre trunca el sino de un regalo.

Ya no queda nadie. Quizá por eso me he mudado aquí, a Periodismo Ficción. Porque aquí están todos y si no están, surgen como las penosas rimas o las fábulas etílicas. Las tormentas de ideas onanistas, a veces, resultan tan delirantes que termino por reencontrarme con abuelos o tíos que jamás he tenido. Sin embargo, les escucho con todos los sentidos esquizofrénicos abiertos de par en par... y en su honor, de bar en bar. ¡Salud!

Comentarios

Miguel Ángel Pegarz ha dicho que…
El mundo interior de uno es muy rico, y nunca se sabe lo que puede salir cuando el alcohol abre tu mente. El problema viene después cuando la resaca te abre la cabeza :-)
(Opinión peregrina de alguien sin ni idea)
isa ha dicho que…
Tú te has mudado a PF Fabio, y yo soy la vecina cotilla.

Pego a la pared mi danone atado a un hilo y… me descojono con ese hostión de ayer recibido hoy, trato de disimular con el pie ese desván subterráneo o sonrío sin parar con esa ‘penosa rima’.

Y todo mientras trato de pelar patatas sin cortarme.
Juana ha dicho que…
Me haces preguntarme ¿por qué me he instalado aquí? .... Seguramente porque le cogí el gusto a ese puntito de locura, de no "saber ni lo que escribo", creo que es un sitio para soñar sueños de verdad, sin sentido lógico pero con un sentido poco común.

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...