
El verano siempre pasa factura sobre todo a los tipos como Casimiro. Sus hijos suelen visitarle una vez al mes, pero le sabe a poco. La temporada de petanca terminó en junio y al Ipod Touch que le regalaron no termina de cogerle el tranquillo, y menos sacarle partido. Se maneja bien con el portátil, aunque no domina el tema de las descargas musicales y mucho menos las que atañen a los vídeos. El hombre está de bajón estos días. Nada parece funcionar. De hecho, últimamente pasea en silencio.
Paquito me cuenta que tiene un plan para insuflarle vidilla. Si algo caracteriza al kioskero es su afán por cuidar a los vecinos, clientes o no clientes; compradores de La Razón, El País, El Mundo, Público o revistas imposibles; recortadores de cupones, avasalladores de conversaciones, paseantes anónimos, adictos a los helados, locos del gimnasio y enemigos de los flotadores, amigos de los todo a 0,60 euros. Colega de sus amigos y compañero de sus enemigos. Es Paquito.
El plan es una comida sorpresa con todo el que se apunte. A ver qué pasa.
¡Salud!
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Eva