Pascual y Coimbra charlan en un sofá mientras la tele va por su lado de fondo. Fútbol, algo de literatura, viejos amigos, momentos estelares en sus vidas. Hablan de todo un poco. En la pantalla está puesto un canal de viajes al que no le prestan más que el rabillo del ojo de vez en cuando. La última vez que estuvieron juntos fue en el concierto de los “Apostatas por un cargo en casa del Señor”. De eso hace por lo menos 10 años.
En un momento de silencio cómodo –entre ellos las palabras y las pausas fluyen con armonía- Coimbra hace un zapping y se encuentran un plano de Franco echando agua por la boca y debajo un señor bebiendo del cabezón. Ambos se quedan boquiabiertos, se miran y se hartan a reír. Si lo viera Julián… jajaja jajaja jajaja… con lo facha que era el tipo. Además era de Pontevedra ¿no? Sí, sí jajaja jajaja jajaja… Ojalá mi padre hubiera visto esta imagen.
Éxitos del verano, series de televisión, los libros que compartieron en la juventud… seguían brotando los temas. Marcia, Paula, Bernarda, Victoria fueron las chicas con las que en algún momento salieron los dos. A veces la amistad tan cercana y longeva es lo que tiene; que los gustos por las mismas personas se comparten. Lo pasaron en grande en tiempos pasados. Era el momento de recuperar los años que llevaban sin verse.
Coimbra vive en Madrid, Pascual en Macedonia, pero ya se vuelve. Jubilados ambos y con dinero de sobra para vivir lo que les quede, quieren disfrutar de la vida. Alguien llama a la puerta. Abre Coimbra y se encuentra con Fausto en la puerta que dice: Hola, soy el legendario mago alemán que vendió su alma al Diablo… ¿Podría usted devolvérmela? Antes de que Coimbra conteste, Fausto se gira llama a la puerta del vecino. Quién era, pregunta Pascual. El charcutero, veo que hay cosas que no cambian por aquí. Pues no.
Y después de un rato…
Me voy. Vale. ¿Y mañana? Nos vemos. Venga. Por cierto, Coimbra que creo que voy a hacer la mili. Vale, nos apuntamos. Jajaja. Vale, nos vemos mañana.
Continuará…
En un momento de silencio cómodo –entre ellos las palabras y las pausas fluyen con armonía- Coimbra hace un zapping y se encuentran un plano de Franco echando agua por la boca y debajo un señor bebiendo del cabezón. Ambos se quedan boquiabiertos, se miran y se hartan a reír. Si lo viera Julián… jajaja jajaja jajaja… con lo facha que era el tipo. Además era de Pontevedra ¿no? Sí, sí jajaja jajaja jajaja… Ojalá mi padre hubiera visto esta imagen.
Éxitos del verano, series de televisión, los libros que compartieron en la juventud… seguían brotando los temas. Marcia, Paula, Bernarda, Victoria fueron las chicas con las que en algún momento salieron los dos. A veces la amistad tan cercana y longeva es lo que tiene; que los gustos por las mismas personas se comparten. Lo pasaron en grande en tiempos pasados. Era el momento de recuperar los años que llevaban sin verse.
Coimbra vive en Madrid, Pascual en Macedonia, pero ya se vuelve. Jubilados ambos y con dinero de sobra para vivir lo que les quede, quieren disfrutar de la vida. Alguien llama a la puerta. Abre Coimbra y se encuentra con Fausto en la puerta que dice: Hola, soy el legendario mago alemán que vendió su alma al Diablo… ¿Podría usted devolvérmela? Antes de que Coimbra conteste, Fausto se gira llama a la puerta del vecino. Quién era, pregunta Pascual. El charcutero, veo que hay cosas que no cambian por aquí. Pues no.
Y después de un rato…
Me voy. Vale. ¿Y mañana? Nos vemos. Venga. Por cierto, Coimbra que creo que voy a hacer la mili. Vale, nos apuntamos. Jajaja. Vale, nos vemos mañana.
Continuará…
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