Ir al contenido principal

¡TWITEA DESNUDO Y LLÁMAME GUAPO!

Pasaba por una calle cualquiera, creo que Princesa, y me crucé con un tipo que corría desnudo de un lado a otro, tocándose el pito sin parar. No, no es el de la foto, obviamente... En ese momento no tuve reflejos. Iba cantando, no yo, él. Era una canción de Amaral… Decía algo así: "Como Nicholas Cage en Living Las Vegas". A diferencia de otras ocasiones, no me apeteció preguntarle nada, ni seguirle, ni nada de nada. Sin embargo, más allá del delirio propio de la escena, me llamó la atención que el único atuendo que portaba estaba compuesto por un brazalete amarillo en el brazo derecho con dos palabras escritas: “Así soy”; y un lazo azul atado al dedo meñique del pie izquierdo.

Cambié de calle
, cuyo nombre tampoco recuerdo, y vi a una anciana twiteando con una Blackberry. Tampoco es la de la imagen. ¿Con quién hablaría? ¿De qué hablaría? A ella si que me acerqué hasta situarme a escasos metros del display de su móvil y así poder cotillear el texto. Estábamos ante un semáforo en rojo, así que me dio tiempo a leer: “cruzando la calle con un gilipollas detrás mirando lo que escribo”. Me hice el loco y miré para el otro lado. Pero ella me llamó la atención y me dijo: ¿Has visto al tío desnudo? Pues ese fue el último cotilla que leyó lo que escribía.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Creo que te estás convirtiendo en el creador de un nuevo género literario que te sale directamente de las tripas o de algún muy recóndito de la mente.
No sé si me termina de gustar, pero sí sé que me sorprende y eso es bueno.

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

El Cerrojo

Abrí para pedir un café, pero una mirada (que vale 1.000 vocablos) me cerró la puerta. Esperé a que pestañeara, pero solo un párpado estaba por la labor de ceder. El otro protegía -con todo- el ojo avizor. Saqué una llave en son de paz. Dio un golpe en la mesa como respuesta. Intenté darle mi brazo al torcer. Sacó un as. Yo pinté bastos. “El cerrojo, aunque no lo creas lo llevas tú”, me dijo en tono conclusivo. Cuando miré mis manos para intentar descifrar sus palabras la camarera me sirvió un café. No entendí mucho lo sucedido, y menos cuando me giré hacia la puerta nadie miraba. Solo quedaba la mirilla, hidroalcohol y una propina. 

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...