Llevaba dos días con la patata caliente entre las manos y parte de los pies. A Jaime Pingajillo nadie le advirtió del riesgo que implicaba decir sí a Ramón Girasol. Éste le vendió una moto imposible. Pero Jaime es muy “echao p`lante” y en peores plazas ha lidiado. El reto: organizar en un día un evento para 3.000 personas para presentar en sociedad Anacardos Ruiseñor… Lo mejor para aliviar el mal de rencor.
En su haber tenía una base de datos llena de deudas a su favor con forma de números de teléfonos; en su debe cientos de agujeros vacíos (valga la redundancia). Jaime es un tipo de recursos, de conejos estrafalarios en chistara vieja, de ases bajo manga. Nadie le apoyaba en esto. Sus compañeros habían volado hacía rato y la única voz que reverberaba en su mente era la de su jefe diciendo: “No es mi problema, resuélvelo; quiero repercusión mediática”.
Toma pan y moja. En fin, que el marrón era fino. Ramón Girasol es un personaje forrado de pasta, con no sé cuantas empresas en su poder y con un potencial fuera de lo común para liar a la gente. Justino Iglesia, el jefe de Jaime, se había sentado con Ramón horas antes en una mesa de reuniones. Asistió Jaime porque es el hombre de confianza; un resuelve marrones de última generación. Justino no veía la propuesta de Ramón por ningún lado (y eso que no contó ni la mitad de los detalles). Jaime dijo: Sí, podemos.
Conocidos los detalles, ahora estaba solo en esta cruzada mediaticopublicitaria. Justino había volado a algún sitio entre Cuenca y República de Uzbekistán para cerrar un par de acuerdos. Quemó el teléfono, llamó a todos sus conocidos para que llamasen a todos sus conocidos y que a la vez llamasen a todos sus conocidos. Por otro lado contactó con unos viejos amigos
Jaime es un tío muy querido por prácticamente todo el mundo. Sólo es odiado por Bruno Metralleta (éste tiene un post a parte, el clásico trepa). Así que tiró de agenda para convocar a los amigos que fueron compañeros en etapas anteriores por medios de comunicación (incluye tele, radio, internet…). Todo organizado. Le costó pero lo consiguió. Es una máquina, ya dije.
Los Anacardos Ruiseñor triunfaron. Pero no por el evento en sí. No, los anacardos triunfaron porque uno de los famosos (muy famoso) invitado (por un caché de 30.000 euros) al tinglado publicitario la lió. Fue el encargado de presentar el producto contra el rencor. Pero olvidó el texto escrito por Jaime y en su lugar cogió –por error y no sabemos cómo- la trascripción de una conversación entre otro famoso (muy famoso) con otra famosa (muy famosa) que el novio famoso (famosísimo) de la famosa había conseguido en la memoria del messenger de ella.
Como el pregonero iba bastante bolinga y con mucha cocaína encima, lo leyó de cabo a rabo sin prestar ninguna atención. Nadie se enteraba. Pero la prensa lo pilló al vuelo y el photocall (expositor) diseñado para Anacardos Ruiseñor estaba presidiendo la escena. Tengo entendido que está exportando anacardos a EE.UU., China y Bután. que montaban carpas para fiestas universitarias, que a su vez localizaron al resto de los agentes necesarios para poner en marcha la infraestructura.
En su haber tenía una base de datos llena de deudas a su favor con forma de números de teléfonos; en su debe cientos de agujeros vacíos (valga la redundancia). Jaime es un tipo de recursos, de conejos estrafalarios en chistara vieja, de ases bajo manga. Nadie le apoyaba en esto. Sus compañeros habían volado hacía rato y la única voz que reverberaba en su mente era la de su jefe diciendo: “No es mi problema, resuélvelo; quiero repercusión mediática”.
Toma pan y moja. En fin, que el marrón era fino. Ramón Girasol es un personaje forrado de pasta, con no sé cuantas empresas en su poder y con un potencial fuera de lo común para liar a la gente. Justino Iglesia, el jefe de Jaime, se había sentado con Ramón horas antes en una mesa de reuniones. Asistió Jaime porque es el hombre de confianza; un resuelve marrones de última generación. Justino no veía la propuesta de Ramón por ningún lado (y eso que no contó ni la mitad de los detalles). Jaime dijo: Sí, podemos.
Conocidos los detalles, ahora estaba solo en esta cruzada mediaticopublicitaria. Justino había volado a algún sitio entre Cuenca y República de Uzbekistán para cerrar un par de acuerdos. Quemó el teléfono, llamó a todos sus conocidos para que llamasen a todos sus conocidos y que a la vez llamasen a todos sus conocidos. Por otro lado contactó con unos viejos amigos
Jaime es un tío muy querido por prácticamente todo el mundo. Sólo es odiado por Bruno Metralleta (éste tiene un post a parte, el clásico trepa). Así que tiró de agenda para convocar a los amigos que fueron compañeros en etapas anteriores por medios de comunicación (incluye tele, radio, internet…). Todo organizado. Le costó pero lo consiguió. Es una máquina, ya dije.
Los Anacardos Ruiseñor triunfaron. Pero no por el evento en sí. No, los anacardos triunfaron porque uno de los famosos (muy famoso) invitado (por un caché de 30.000 euros) al tinglado publicitario la lió. Fue el encargado de presentar el producto contra el rencor. Pero olvidó el texto escrito por Jaime y en su lugar cogió –por error y no sabemos cómo- la trascripción de una conversación entre otro famoso (muy famoso) con otra famosa (muy famosa) que el novio famoso (famosísimo) de la famosa había conseguido en la memoria del messenger de ella.
Como el pregonero iba bastante bolinga y con mucha cocaína encima, lo leyó de cabo a rabo sin prestar ninguna atención. Nadie se enteraba. Pero la prensa lo pilló al vuelo y el photocall (expositor) diseñado para Anacardos Ruiseñor estaba presidiendo la escena. Tengo entendido que está exportando anacardos a EE.UU., China y Bután. que montaban carpas para fiestas universitarias, que a su vez localizaron al resto de los agentes necesarios para poner en marcha la infraestructura.
Comentarios
Un saludo
David
Ya he comprado anacardos Ruiseñor y se me ha aliviado el rencor.
Increible!!
es el amo de la pista
y al stress pierde de vista