Cuando eres periodista, bloguero, del Atlético de Madrid y miembro de Cámara Abierta 2.0 tienes dos opciones: dar gracias todos los días y/o no separar los pies de la tierra para evitar el riesgo de caer de bocas… No tanto por lo del Atleti –un vicio adquirido que provoca espasmos espontáneos-, sino por pertenecer a este pequeño paraíso llamado La2.
En estos tiempos tan críticos, son varios los amigos y conocidos de la profesión que están sin curro. Personas que valen su peso en oro, plata y broce; y cuya capacidad de trabajo supera lo racionalmente concebido por el universo laboral. Me transmiten su envidia “sana” e “insana” –qué más da- por mi situación. Sé perfectamente qué significa ser un obstáculo en las cuentas de correos ajenas, un nombre “incómodo” en el display de cualquier móvil, un holograma de impotencia en la mente de los demás… Y tantas metáforas e inconvenientes más.
Es más, me siento más cerca de ese sentimiento, de esa realidad que de la actual. No es una pose dialéctica ni un tópico, es auténtico. Si algo se aprende con los años -trabajados en televisión y en otros medios- es que todo es tan volátil como el estreno de una serie. De pronto está consolidada en la parrilla, como en la cuerda floja; o sencillamente no pasa del segundo día de emisión. Decía Woody Allen, en Desmontando a Harry, que la frase más anhelada actualmente por él es: “Es benigno”. Pues su equivalente –neurótico- en televisión sería algo así como: “Nos renuevan la próxima temporada”.
El reloj sigue marcando las horas, la crisis campando a sus anchas y las decisiones sobre el futuro de ‘los plumillas’ (coloquialmente periodistas) corriendo por cuentas ajenas. Uno día estás aquí y otro: pensando en la opción de la charcutería como destino laboral. Da igual lo que hagas, porque como no entres en los esquemas de otro (con poder de decisión), adiós, goodbye, von voyage… ¿Conclusión? ¡Pincha con ganas aquí!
En estos tiempos tan críticos, son varios los amigos y conocidos de la profesión que están sin curro. Personas que valen su peso en oro, plata y broce; y cuya capacidad de trabajo supera lo racionalmente concebido por el universo laboral. Me transmiten su envidia “sana” e “insana” –qué más da- por mi situación. Sé perfectamente qué significa ser un obstáculo en las cuentas de correos ajenas, un nombre “incómodo” en el display de cualquier móvil, un holograma de impotencia en la mente de los demás… Y tantas metáforas e inconvenientes más.
Es más, me siento más cerca de ese sentimiento, de esa realidad que de la actual. No es una pose dialéctica ni un tópico, es auténtico. Si algo se aprende con los años -trabajados en televisión y en otros medios- es que todo es tan volátil como el estreno de una serie. De pronto está consolidada en la parrilla, como en la cuerda floja; o sencillamente no pasa del segundo día de emisión. Decía Woody Allen, en Desmontando a Harry, que la frase más anhelada actualmente por él es: “Es benigno”. Pues su equivalente –neurótico- en televisión sería algo así como: “Nos renuevan la próxima temporada”.
El reloj sigue marcando las horas, la crisis campando a sus anchas y las decisiones sobre el futuro de ‘los plumillas’ (coloquialmente periodistas) corriendo por cuentas ajenas. Uno día estás aquí y otro: pensando en la opción de la charcutería como destino laboral. Da igual lo que hagas, porque como no entres en los esquemas de otro (con poder de decisión), adiós, goodbye, von voyage… ¿Conclusión? ¡Pincha con ganas aquí!
Comentarios
Te entiendo,normalmente nuestro destino,casi siempre,(al laboral me refiero),no depende de nosotros,siempre hay alguien,que tiene en sus manos el devenir de nuestro quehacer laboral.
Creo que en esas,nos vemos la mayoria....Un saludo
me gustaría, como regalo de cumpleaños, una cámara de esas que dices, Dani, que hacen radiografías contradictorias.
Pasarse por este blog es tan bueno como ver "La vida de Brian" para superar malos momentos y malas rachas.
Eva
Es que es muy difícil vivir del cuento...