Sábado. Siete se la mañana. Esa hora mágica (o maldita, según se mire) en la que se encuentran los que salen de noche con los que madrugan. Banco 54: una mujer de unos 57 se sienta con unos churros y un vaso de chocolate. Al mismo tiempo aterriza a su lado una chica de unos 17 que pide a gritos el bofetón protector de una madre.
-¿Por qué lloras niña?
-Lorena me ha dejado
-¿Lorena? ¿Una chica como tú, que está todo el día atada a su IPod y es bastante autoritaria?
-¡Sí! ¿La conoces?
-La verdad, no.
-Pues no me vaciles
-Ya no me tuteas?
-Ya no te respeto
-¿Por vacilarte?
-Y porque me sale del potorro
-Uf, eso tiene que doler
-A mi nadie me vacila
-¿Ni Lorena?
-¡Zorra!
-¡Un respeto niña que te meto dos hostias!
-Por cierto ¿De dónde sales tú? Tienes cara de trasnochada...
-Te interesa saberlo, de verdad?
-La verdad, no
-Eres rápida. Llevo toda la noche esnifando malos rollos...
-Yo llevo toda la noche llorando sola en casa
-¿Y tu madre no te anima?
-No tengo madre. Murió el mes pasado. Se quedó tiesa de un infarto mientras ponía gasolina.
-Vaya, lo siento
-Y yo
-¿Y tu padre?
-Pareces periodista. Oficialmente vive con su hija, o sea yo...
-¿Y extraoficialmente?
-Enterrado en nicho ajeno... Soy muy buena falsificando papeles y tengo contactos en el cementerio. Es un lugar idóneo para celebrar fiestas. ¿Te has quedado muerta, eh?
-Qué bien traído! No, muerta no. Siento que tengo un espejo delante en el que veo mi vida
-Pues yo soy real y tengo un piercing en el potorro. Me encanta mi coño
-Ya veo. Anda, no me niegues un churro
-Vale ¿Y qué te ha pasado esta noche?
-Recordé y salí huyendo de casa. Me ligué a un niño de 30 que se sentía poderoso por tirarse a una madura. Le dejé que lo sintiera. Yo necesitaba no sentir. Así que... Entre su pasión por las drogas sintéticas, su todavía potencia sexual y mis ganas de aislarme, aquello se convirtió en un incendio de sudor y carne. Aunque tuvimos que parar porque el chico de pronto se puso a llorar desconsoladamente.
-¿Sí o qué?
-Nunca he entendido esa expresión, la entenderé por una especie de "¿en serio?". Así que sí, en serio y no sé por qué ocurrió, sí cuándo. Estábamos en mitad del tercer polvo y del cuarto gramo. Y sí sé cómo: apartándose de mí como si de alguien muy malvada se tratara. Me vestí y me fui con antojo de chocolate con churros...
De pronto, la llamada de Lorena interrumpe en mitad de la conversación. Se ponen a hablar, se aleja del Banco 54 mientras discute acaloradamente. La mujer de 57, decide irse del Banco 54. Escribe su número en un trozo de papel y se lo deja pegado en uno de los muchos chicles que adornan el banco. La chica de unos 17 no se da cuenta de nada y sigue hablando con Lorena. El papel se lo lleva el viento y para cuando corta la llamada y su relación con Lorena, siente que necesita ayuda.
PD.: Post escrito mitad en el metro, mitad en la sala de espera del dentista; e inspirado en una conversación entre una madre y su hija... En momentos no se sabía quién era quién.
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PD.: Post escrito mitad en el metro, mitad en la sala de espera del dentista; e inspirado en una conversación entre una madre y su hija... En momentos no se sabía quién era quién.
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Comentarios
No se sabe quien es la joven y quien la mayor, aunque lo del chicle del final hace que ambas se fundan en un momento sin-edad digno del mejor Corbacho-Cruz.
Nora Buena
Yo hace mucho que lo poco que salgo no vuelvo a las siete de la mañana así que para mi hora maldita, que jode mucho cruzarte con los borrachos cuando vas a currar.