Ella se llama Simona Wong y a él le conocen en Las Vegas con el nombre de Shok. Nadie sabe si esos son sus verdaderos nombres, porque en Las Vegas todo vale y nadie pregunta, excepto lo justo, el saldo o el crédito. Ellos apostaron por vivir sin responder y aquí están, cada uno en la punta de sí mismo.
Simona tiene setenta, es una de las mejores y más eficaces croupieres de Nevada y de todo el mundo. 'El todo' del mundo, por cierto, está concentrado en Las Vegas junto a su opuesto, 'la nada'. Simona quiere a su hijo Shok como si fuera su hijo. Y es que no está claro que lo sea. En el 'todo' se incluye el universo de la apariencia. En Las Vegas todo aparenta ser algo... Que no se sabe si es. Pero es mientras lo parezca.
Shok ha adoptado a Simona como su madre y eso es lo importante; que es una apuesta de dos a una misma carta. Un día, tras años y minutos de ahorro se lo jugaron todo a 'par' , y pasó lo que tenía que pasar, que ganaron y sumaron lo suficiente para crear un pequeño hotel llamado Simona's Shok Paradise. Madre e hijos de Oriente dieron cartón y piedra a un escenario para refundar sendas vidas.
Ahora que vuelo por encima de esta extraordinaria y extrema ciudad (llena de algo de tantas ciudades, de tanta exageración, de tanto color, de tantísimo calor, de tanto que ver, de tanto que no ver, de tanto plástico, de tanta mezcla de gustos, de tanto ir y venir de dinero, de tantos kilómetros de juego, de tanto consumo, de tanta luz -propia y generada-...) a la que sin duda pienso volver, sólo veo desierto y pienso si todo habrá sido un sueño. Menos mal que compré en un drustore (en la Av. Paradise) un bote enorme de repuestas, interpretaciones, preguntas y melatonina 3,14 mg.
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