
García Azafrán entró en su mundo cuando estaba a punto de salir. Todo le resultaba desconocidamente familiar. Desde sus babuchas del Real Madrid, pasando por sus camisas con bordados irremediables (color amarillo), hasta su cocina decorada como si fuera parte de un piano de cola. No sabía porqué estuvo tan cerca de abandonar aquel contexto, pero sí sabía que le vino bien.
Acabamos de colgar el teléfono y me dice que si no hubiera tonteado tanto con los límites no podría sentirse felizmente limitado como se siente; e incluso inmaduro para atravesar lo inatravesable. Es lo que hay, es lo que soy. Un extraño hortera de la vida sin remedio, un vagabundo con muchas calles por las que... errar. ¡García Azafrán es un poeta, señores!
Comentarios
Pero no importa, hacéis un gran equipo el poeta al teléfono y tú, al teclado.
Me gusta, así me siento algunas veces ....