Estás ciego. Dime algo que no sepa. No, no me has entendido; sé que eres ciego, quiero decir que no ves ni delante ni detrás de tu nariz. Vaya novedad. ¿Lo ves? No te enteras de nada, estás ciego.
Javi Gárgola está indignado con Román Quintilllo. Son amigos de siempre, Román es ciego de nacimiento, pero según Gárgola, ahora ve menos que nunca. Quintillo no está de acuerdo, de hecho, hoy presume de ver más que nadie; se siente muy superior a los videntes. Y es aquí donde entra en escena la indignación de Gárgola...
...Éste ve, oye, no sufre ninguna discapacidad. Pero se reconoce limitado en miles de campos intelectuales, emocionales, físicos... Dice que eso le ayuda a crecer con más indepencia y salud que cuando pensaba que podía zamparse el mundo gracias al cheque en blanco guardado en la mochila inherente e innata... Pero inexistente, matiza ahora.
Esa mochila yo me la paso por el forro de mis cojones ciegos; si tú eres un limitado, es problema tuyo... pero déjame a mí ver como me da la gana. Y así, desde hace un tiempo a esta parte, andan a la gresca todo el día. Porque uno percibe su ceguera como un don superior y el otro cree que sus límites tienen que valer para todo el mundo y no tolera que haya gente que no acepte/supere esos límites.
En estos momentos discuten en la cocina de la tía Tomasa mientras cortan grandes papayas y pelan cebollas de las pequeñas. Lo sé porque me lo está contando David Guardián, mi vecino y confidente sordo, que oye más que nadie y escucha como pocos.
Salud!
Javi Gárgola está indignado con Román Quintilllo. Son amigos de siempre, Román es ciego de nacimiento, pero según Gárgola, ahora ve menos que nunca. Quintillo no está de acuerdo, de hecho, hoy presume de ver más que nadie; se siente muy superior a los videntes. Y es aquí donde entra en escena la indignación de Gárgola...
...Éste ve, oye, no sufre ninguna discapacidad. Pero se reconoce limitado en miles de campos intelectuales, emocionales, físicos... Dice que eso le ayuda a crecer con más indepencia y salud que cuando pensaba que podía zamparse el mundo gracias al cheque en blanco guardado en la mochila inherente e innata... Pero inexistente, matiza ahora.
Esa mochila yo me la paso por el forro de mis cojones ciegos; si tú eres un limitado, es problema tuyo... pero déjame a mí ver como me da la gana. Y así, desde hace un tiempo a esta parte, andan a la gresca todo el día. Porque uno percibe su ceguera como un don superior y el otro cree que sus límites tienen que valer para todo el mundo y no tolera que haya gente que no acepte/supere esos límites.
En estos momentos discuten en la cocina de la tía Tomasa mientras cortan grandes papayas y pelan cebollas de las pequeñas. Lo sé porque me lo está contando David Guardián, mi vecino y confidente sordo, que oye más que nadie y escucha como pocos.
Salud!
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M.