Ir al contenido principal

EL PODER 4G DE LAS FRUSTRACIONES

Desde que se compró su IPad Ramiro tiene un sentido más; que no llega a ser un superpoder, pero 've' algo que ignoramos los demás. Lo descubrió por casualidad y tardó en entender qué pasaba, hasta que finalmente lo entendió.

Funciona de la siguiente manera: mientras usa los auriculares de su artilugio para escuchar la radio, música, psicofonías o lo que sea... termina recibiendo una señal extra. Una frecuencia llena de sonidos procedentes de las frustraciones de aquellos con los que ha hablado en el mismo día.

Si por la mañana habla con Dolores, tres horas más tarde comienza a recibir (sin pausas) un monólogo de razones por las que está frustrada. Motivos, que incluso en más de un caso no conoce ni el emisor frustrado; circunstancia en la cual alta una aplicación a modo de globlo (llamada) en la pantalla del IPad que le avisa del contenido.

Oye voces, sí. Accede a sentimientos, sí. Y ahora, se debate en el uso que hará de su nuevo superpoder. Lo que más le tira, confiesa, es lucrarse con ello. Total, dice, quién va a reclamar los derechos. Asegura que hay frustraciones que darían para montar una y varias empresas; pero también películas y hasta aplicaciones para smartphones.

Espero conocer su decisión en breve... Antes, no sé si en estos momentos, el cabrón estará escuchando una posible frustración mía. Al tiempo.

Comentarios

Miguel Ángel Pegarz ha dicho que…
Seguro que si lo hace alguna entidad querrá derechos. Aunque teniendo en cuenta la naturaleza de la creación, y su inconscicencia,pueden verse frustrados.
Pero que tenga cuidado, un dia tendrá una conversación tonta consigo mismo frente al espejo y pueden entrarle sus frustraciones en el IPad como un virus.
Anónimo ha dicho que…
Esto de las frustraciones tiene su aquel…frustrado, porque fracasas en lo que deseas… y frustrador, que no existe pero que yo me invento que es el que frustra, porque ‘priva a alguien de lo que esperaba’.
Le va a hacer falta algo más que esa enorme oreja para dar con un negocio rentable.

(Menos mal que has vuelto, empezaba a sentirme frustrada por privación :)) )
Dani Seseña ha dicho que…
Gracias anónimo por el comentario. Se agradece el ingenio a la hora de opinar. Y más aún cuando hay un monólogo frustrador a la vuelta de la esquina acechando...

Gracias!
Anónimo ha dicho que…
Gracias a ti por no guardarte estas historias en el iPad, en la cabeza o allí donde quiera que no podamos leerlas.

Y respecto a ese monólogo que acecha… hazte el loco!.
Juana ha dicho que…
Yo escribiría un libro o alguna película .... incluso dibujaría comics .... la venta está asegurada.

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

El Cerrojo

Abrí para pedir un café, pero una mirada (que vale 1.000 vocablos) me cerró la puerta. Esperé a que pestañeara, pero solo un párpado estaba por la labor de ceder. El otro protegía -con todo- el ojo avizor. Saqué una llave en son de paz. Dio un golpe en la mesa como respuesta. Intenté darle mi brazo al torcer. Sacó un as. Yo pinté bastos. “El cerrojo, aunque no lo creas lo llevas tú”, me dijo en tono conclusivo. Cuando miré mis manos para intentar descifrar sus palabras la camarera me sirvió un café. No entendí mucho lo sucedido, y menos cuando me giré hacia la puerta nadie miraba. Solo quedaba la mirilla, hidroalcohol y una propina. 

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...