
Dos horas y 16 minutos les bastaron para empezar a darse empujones sin dolor ni trayectoria profesional; una más para llegar a los puños; y dos minutillos para convertir la cabeza de Pueril en un cómodo asiento. Un diván con conflicto resuelto a modo de raso y patas sin apoyo. Una cabeza con respaldo y sin cojines. Sólo motivos sin relleno; sólo diálogo sin acuerdo pero con resolución impuesta por el menos fuerte.
Después llamó el canuto a la 'o' y aparecieron dos más. Y en la siguiente viñeta vemos a dos oes pegándose con los canutos por un hueco en la cabeza del diván "terrible Pueril". El final de la historia es un cuadro expresionista donde los colores y las intenciones se despelotan en un parque alemán pintado con verde violeta lleno de vidrio azul. O no.
Comentarios
Fabio Carabeo
Y es que a Fabio le encanta eso de tener el portátil -en suspenso y suspense- pegado a la cama para cuando le entran estas cosas en la cabeza de madrugada.
Gracias Juana, gracias Cyber!!!
Entre otras cosas, ésto es lo que pasa en estos bellos sucesos que nos narra Exdonvértigo. Yo al de hoy le llamaría "Las desventuras de Diván el Terrible"