
Come y deja comer; duerme y deja soñar; permite y deja roncar; cae y se deja caer de vez en cuando por los mundos interiores que antes sobrevolaba. Más cambios: ha dejado de morderse la lengua para no callar y curarse la llaga culpable para siempre; lee programas de radio y escucha a sus amigos; estornuda con creces, sin mermas ni contradicciones. Bueno, eso ya lo hacía antes.
Constriñe y se deja; permanece y se va; vuelve y observa; se arrima sin resvalar; salazona y dimite cuando ha de hacerlo; se alegra y llora; ríe y mira; se entona y pierde cuando gana; doblega y repliega... Va al súper solo o acompañado. Se pierde entre las estanterías de hidratos.
Y ahí está el tesoro, el secreto. Cuando llegó a los ibéricos hace un año sin saber lo que se ocultaba entre carne de primera, la sorpresa fue tan mayúscula que jamás ha vuelto a ser singular. Se ha convertido en un sujeto que predica con el ejemplo. Y si queréis conocerle, no tenéis más que ir al súper de la zona y le hallaréis degustando y creando. Porque lo suyo es Comer, beber y amar... Ya no hay más vuelta de tortilla. Y hoy Bendita Picarda está invitada a cenar.
Salud!
Comentarios
Fdo. Un incapaz cocinero
Este es uno de esos post que escribes con la gran calidad y cualidad de hablar del de más allá o más acá, en el que te tropiezas varias veces con un "yo no lo hubiera dicho mejor".
Salud!