No sé por qué, pero últimamente me suelo desvelar los martes sobre las 4 de la mañana… Y más o menos no retomo el sueño hasta dos horas después. Vamos, una cabronada, porque sólo duermo hora y media más. Lo suficiente para no descansar y acumular cansancio… Sí, ese tan incómodo. En este caso, el pensamiento que no se me iba de la cabeza fue la desaparición del punto y coma. Días antes había leído un gran artículo de María Sánchez Díez en Soitu.es, titulado El punto y coma, en peligro de extinción.
Citaba a Alberto Gómez Font, coordinador de la Fundación de Español Urgente, quien entre muchas amenazas, destaca que una de las más peligrosas “es el lenguaje que se utiliza en los mensajes de texto en los móviles y en los chats”. A mí, francamente no me asustan el formato SMS; no me gusta, es un síntoma que no me da miedo. Como decía mi profesor de Estructura del Lenguaje en Periodismo (Gaspar Garrote): "El lenguaje sirve para comunicarnos". Si hay gente que se entiende con abreviaturas... ¿Hablan mal? ¿Bien o mal en función de qué? Lo que me preocupa es lo que hay detrás del síntoma. En mi colegio, cuando aún no había móviles y muy pocos ordenadores, los de ciencias –vanagloriados eternamente en detrimento de los de letras- no ponían ni una mísera tilde y mucho menos puntos y comas. Salvo alguna excepción, los profesores solían no dar importancia al tema. No me gusta generalizar, pero así ocurre que un día mi médico me prescribió tomar “sólo la LLEMA” del huevo…".
Más tarde, en selectividad nos encontramos con que las faltas de ortografía podían llevarte al suspenso… Después, en la carrera, una falta era un punto menos. ¿Ocurre lo mismo en una Ingeniería, o en Matemáticas? Es cierto que los SMS echan para atrás… Pero no seamos hipócritas. El problema viene de lejos.
Seguí dándole vueltas mientras no pegaba ojo. Me identificaba plenamente con el signo condenado. Por qué, no lo sé… Me imagino que por el mismo hecho de ser del Atleti, o bloguero, en lugar de un célebre escritor con columna de opinión, remunerada y reconocida. Creo que el punto y coma no debe desaparecer; más que nada porque es un apoyo, un respiro entre sentidos e ideas… Absolutas unas y otras no tanto, sencillamente conceptos, nombres de cosas y otras frases.
Seguramente haya que hacer muchas reflexiones al respecto... Y no sólo por parte de los académicos de la Lengua, sino por todos los interesados en que el lenguaje siga sirviendo para comunicarnos y no para incomunicarnos... con "smiles", abreviaturas imposibles y sonidos descargables.
Comentarios
¿Se comunican los que cuándo les gusta algo dicen varias veces y seguido: ¡Que guay, qué de putamadre, qué bien, qué fuerte! y vuelta a empezar.?
Hablan o se comunican los que, un ejemplo, cuando comentan cómo ha estado Zapatero, o Rajoy en el debate dicen: "bueno, bueno, bueno, bueno, bueno.... -hasta doce o quince veces, como una ametralladora y no añaden más?