Ir al contenido principal

JUAN CARACOL... ¿GAVIOTA?

A veces va uno embobado por la calle y se pierde miles de detalles que tiene ante sus narices…Yo soy, en la mayor parte de mi tiempo, uno de esos tantos. Pero también tengo la capacidad de despertar y ser consciente de algunas cosas. Por ejemplo, esta mañana mientras paseaba a mi perra –pensaba que lo hacía mitad despierto mitad sobadillo- me topé con una imagen única en su especie. Es la que tenéis ahí al lado. Sé que no es de buena calidad… Pero es que aún no me he subido al carro de los 5 píxeles en el móvil.

Un caracol avanza hacia abajo por el escaparate de un Wall Street Institute. ¿Será el que lleva la capturadora? En los días de lluvia suelen salir de las jardineras, se pasean por las acera, los más ágiles consiguen 'patearse' una manzana, pero la mayoría terminan haciendo juego con el suelo, vamos, reventados.
¡Y mira que su baba se cotiza bien hoy! Olvidados, denostados y babeados, los caracoles nos recuerdan que la vida puede digerirse sin prisa, con o sin calma. ¿Pero qué pasa con el amigo del escaparate? ¿Qué nos quiere decir? ¿Será la versión invertebrada de Juan Salvador Gaviota?

Con intención o sin ella, nuestro protagonista se ha salido de sus esquemas, ha partido de su caverna platónica para no ver más pies como sombras, y sí tener su propia perspectiva de la vida desde lo alto y vertical de un instituto de inglés. ¡Olé sus… antenas!

PD.: A todo esto; al final va mi perra y me ladra: ¡Oye, que estoy aquí! En fin...

*Esta imagen-historia está tomada de la esquina que cruza las calles Costa Rica con Chile.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Qué bonita alegoría de la alegoría de la caverna y de la de J.S. Gaviota también! Seguiré mi comentario, esto es sólo una inroducción.
Anónimo ha dicho que…
El caracol, siempre ha sido utilizado como símbolo. Son lentos,llevan su "casa" encima, babean, dejan rastro, tienen cuernos, son hermafroditas, se dejan ver en la calma tras las tormentas, viven en el campo, se alimentan de plantas. ¡ Qué diablos hace en la calle O'Donell de Madrid ese caracol arrastrándose por el cristal de un escaparate en el que parece exhibirse un lujoso automóvil! ¿No será un spot publicitario...?
Dani Seseña ha dicho que…
No sé si pertenecen al mismo Anónimo los comentarios... o no, en cualquier caso. Gracias por dejarlos. Se agradece mucho.
Anónimo ha dicho que…
Lo que yo si sé es que el segundo anónimo no lee con calma, como haría un caracol, los artículos de Daniblog. El escaparate es de Wall Street Institute, no de automóviles, y la calle no es Oddonel, sino Joaquin Costa con Chile.
Bueno, lo que quería decir es que estaría bien que apareciera un caracol con la cara de S. Freud...
Anónimo ha dicho que…
Me gustaría estar "lonely looking sky", como cantaba Neil Diamond en la película John Livingstone Seagull, para poder ver desde alli dónde hace esquina Joaquín Costa con Chile, es que no lo visualizo ni a tiros; pero como en realidad estoy pegado a un cristal y paseando lentamente como caracol Gaviota pues no puedo encontrar ese lugar.
Dani Seseña ha dicho que…
Anónimo 5, tienes toda la razón. No sé qué tipo de lapsus me habrá llevado a escribir Joaquín Costa en lugar de Costa Rica. Corregido el error, gracias por tu comentario.

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...