Ya me mostré como fan de fracasados y perdedores, en potencia o en regla. Es indiferente. Soy del Atleti (algo duro sabiendo que el alirón vikingo es un hecho) y mi inclinación por los que nunca suben al podio, por los que jamás se comerán un rosco, por los que nunca serán reconocidos... es total.
¿A qué viene ello? Pues muy sencillo. La verdad es que no pensaba escribir nada hasta el lunes, pero una noticia me ha llenado de ternura. Resulta que un tenista británico que lleva tres años de profesional, Robert Dee, no había cosechado más que derrotas hasta ayer. Su primera victoria llegó... después de perder 54 veces consecutivas.
"Llamé enseguida a mis padres, primero le dije a mi madre que había perdido, pero después le dije que me pasara con mi padre y ya le dije que había ganado. Ha sido un respiro, sabía que podía hacerlo, pero a veces lo dudaba", dijo al 'London Evening Standard'.
Tenía el peor registro del tenis de élite tras haber perdido los 108 sets que ha disputado desde su debut en México, pero finalmente, a sus 21 años, estrenó su casillero de victorias al derrotar al norteamericano Arzhang Derakhshani por 6-4 y 6-3 en la fase de clasificación para el torneo 'Future' de Reus.
¡Enhorabuena! Siempre hay una isla para comer judías en la soledad el fracaso.
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