A Paco no le gusta nada recorrerse las tiendas en busca de pantalones de temporada, pero sabe que los necesita. Su adicción a los pantalones de pana toca fin en verano; por motivos obvios. En algún momento soñó con un periodo estival frío y con tormentas de fondo, en cambio su otra afición (al Lexatín) le ayudó a ver que irremediablemente termina llegando el calorcito con luz propia. Es lo que tiene. Así que ayer se pateó Los H&M, Zara. Pull and Bear, etc… en busca de unos pantalones a su medida.
Lucía es muy exagerada con sus complementos, no hay día que salga a la calle mimetizada con un árbol de navidad. Pero, como Paco, asume que llega el sol y adapta sus adornos a la temporada. A ella no le gusta el Lexatín, prefiere agobiarse. Mantiene que el agobio, la ansiedad y el estrés le dan la vida. Se ha comprado unas pulseras de plata y otras talladas con figuritas en imitación a marfil. De su cuello cuelga un sencillo cordón de cuero con una espiral también en plata enganchado. Y en las orejas no le caben más aritos… dorados.
Paco y Lucía han quedado para comer en “El Paleto”, un restaurante único y auténtico (y muy casero). Cuando se sientan se enseñan sus adquisiciones, hablan del verano… Tienen que tomar una importante decisión: separarse o apostar por su estrafalaria y larguísima relación. Antes del primer plato deciden romper amistosamente. Creen que sus caminos se han bifurcado en exceso. Ella está volcada en su trabajo administrativo y él quiere poner una granja de pollos en las afueras de Madrid.
En el segundo plato, rabo de toro para los dos, dicen que mejor siguen juntos. Ya se apañarán. Se cogen cariñosamente de la mano. Son muchos años, demasiado cariño y amor de por medio como para tirarlo todo por la borda. Pero como hasta el rabo todo es toro… vuelven a separarse previamente al último bocado. Llega el postre y siguen juntos. En el café rompen definitivamente… Pero al final con el limonchelo se reconcilian. Cuando se van a levantar tras haber pagado la cuenta, el camarero se acerca y pregunta: Alguna vez cuando estáis en un sitio determinado ¿os ha pasado que teníasis la sensación de querer iros, teniendo la sensación de querer quedaros. Una voz de fondo grita: ¡Corten!
Paco, de Lucía en el fondo no sabe nada… ni del resto de los actores. Todos a sus casas. Fin del rodaje. Y mañana, vuelta a empezar.
Lucía es muy exagerada con sus complementos, no hay día que salga a la calle mimetizada con un árbol de navidad. Pero, como Paco, asume que llega el sol y adapta sus adornos a la temporada. A ella no le gusta el Lexatín, prefiere agobiarse. Mantiene que el agobio, la ansiedad y el estrés le dan la vida. Se ha comprado unas pulseras de plata y otras talladas con figuritas en imitación a marfil. De su cuello cuelga un sencillo cordón de cuero con una espiral también en plata enganchado. Y en las orejas no le caben más aritos… dorados.
Paco y Lucía han quedado para comer en “El Paleto”, un restaurante único y auténtico (y muy casero). Cuando se sientan se enseñan sus adquisiciones, hablan del verano… Tienen que tomar una importante decisión: separarse o apostar por su estrafalaria y larguísima relación. Antes del primer plato deciden romper amistosamente. Creen que sus caminos se han bifurcado en exceso. Ella está volcada en su trabajo administrativo y él quiere poner una granja de pollos en las afueras de Madrid.
En el segundo plato, rabo de toro para los dos, dicen que mejor siguen juntos. Ya se apañarán. Se cogen cariñosamente de la mano. Son muchos años, demasiado cariño y amor de por medio como para tirarlo todo por la borda. Pero como hasta el rabo todo es toro… vuelven a separarse previamente al último bocado. Llega el postre y siguen juntos. En el café rompen definitivamente… Pero al final con el limonchelo se reconcilian. Cuando se van a levantar tras haber pagado la cuenta, el camarero se acerca y pregunta: Alguna vez cuando estáis en un sitio determinado ¿os ha pasado que teníasis la sensación de querer iros, teniendo la sensación de querer quedaros. Una voz de fondo grita: ¡Corten!
Paco, de Lucía en el fondo no sabe nada… ni del resto de los actores. Todos a sus casas. Fin del rodaje. Y mañana, vuelta a empezar.
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