Mientras Nadal hacía historia, Pedrosa más de lo mismo y Bea cambiaba de cara, un camionero invitaba a otro a tomar conciencia del significado de la huelga de transportes. Mario, un vecino mío, anda pachucho del estómago estos días de meteorología difícil. Aliviado por haber hecho acopio de Almax Forte y Gaoil, pensó que la Ranitidina no faltaría en la farmacia del barrio. En el TD un japonés de 25 años dejaba huella tras apuñalar a unos cuantos viandantes. Mario se acercó a la farmacia y la dependienta, sintiéndolo mucho, le dijo que no tenían ni Ranitidina ni sucedáneos. La huelga de transportes era la causa... Me voy a la de Paco, se autosedó Mario, pensando que en la farmacia de su amigo conseguiría su protector de estómago.
Estaba a unos 500 metros, sólo tenía que caminar un poco. En un kiosco, de paso, leyó por encima que los transportistas franceses se solidarizaban con los españoles. Tampoco su amigo Paco tenía la medicina. En la de más allá tampoco ni en la otra del barrio vecino. Mario es algo hipocondríaco, lo que le hace añadir una dosis más de sufrimiento al dolor que pueda sufrir ya de base. No había Ranitidina por ningún lado. Decidió entonces que no comería más que lo justo y menos nocivo para su delicado estómago.
Cuando llegó a su casa, abrió su portátil y entró en una web que le servía medicamentos a domicilio. Se puso contentísimo y decidió contratar sus servicios… Eso sí, como no se fiaba mucho de la seguridad en los pagos por Internet, llamó antes a la empresa por teléfono. Ni se le había ocurrido, a pesar de haber recorrido las farmacias de la zona y la de más allá… Resulta que no podían traerle a casa la Ranitidina porque los trabajadores se habían puesto de huelga. Claudicó por fin, entró en Soitu.es y se puso a seguir el minuto a minuto de la huelga.
Estaba a unos 500 metros, sólo tenía que caminar un poco. En un kiosco, de paso, leyó por encima que los transportistas franceses se solidarizaban con los españoles. Tampoco su amigo Paco tenía la medicina. En la de más allá tampoco ni en la otra del barrio vecino. Mario es algo hipocondríaco, lo que le hace añadir una dosis más de sufrimiento al dolor que pueda sufrir ya de base. No había Ranitidina por ningún lado. Decidió entonces que no comería más que lo justo y menos nocivo para su delicado estómago.
Cuando llegó a su casa, abrió su portátil y entró en una web que le servía medicamentos a domicilio. Se puso contentísimo y decidió contratar sus servicios… Eso sí, como no se fiaba mucho de la seguridad en los pagos por Internet, llamó antes a la empresa por teléfono. Ni se le había ocurrido, a pesar de haber recorrido las farmacias de la zona y la de más allá… Resulta que no podían traerle a casa la Ranitidina porque los trabajadores se habían puesto de huelga. Claudicó por fin, entró en Soitu.es y se puso a seguir el minuto a minuto de la huelga.
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