Bob Dylan no quiso fotógrafos en su concierto de anoche; en la plaza de Colón aún se pueden apreciar los vestigios de la resaca del domingo; y Zapatero prevé que la economía española crezca menos del 2%. La cosa más o menos está así, y Bruno se lo cuenta al interlocutor. Va por la calle atento a su llamada, con la mano derecha muy pegada a la oreja izquierda. Pero su ojo derecho, que parece desmarcarse de la simetría común de los seres humanos, mira lo que pasa en el resto del mundo.
El kioskero pasa a su lado, con prisa, y le dice a Bruno, en plan jocoso: “A ver si compras un móvil de una vez, pirao”. Yo sigo de cerca la situación, no entiendo nada. Sigue hablando airadamente, se queja de que no ha recibido la paga y que se pasa los 400 euros del Gobierno por el forro… que a él no se lo dan. ¿Por qué? Me pregunto y sigo sus andanzas. Soy un desgraciado, grita. Se cruza con Mari, la panadera, que le dice algo parecido a la frase del kioskero. Bruno le dedica un gesto despectivo y sigue a lo suyo.
Bruno tiene unos 40 años, viste de marca y lleva un pañuelo blanco colgando del bolsillo derecho trasero. Se sigue quejando. En una pantalla de un escaparate está Rajoy hablando con muchos micros delante. De pronto, se le acerca una señora mayor y le dice: “¿Quieres venir ya a comer?”. Bruno despega la mano de su oreja y cuál es mi sorpresa cuando descubro que no tiene teléfono. La señora es su madre. Se va y le deja ahí. David, un niño de unos 13 años le pregunta a Bruno: “¿Por qué no te compras un móvil de una vez?”, y Bruno le contesta que su madre no le deja, que hace más de dos semanas que no le da la paga…
Me suena el teléfono y una voz misteriosa robótica me dice: “A continuación procedemos a hacerle unas preguntas… ¿Está contento con su banco?”. Hasta aquí puedo leer.
El kioskero pasa a su lado, con prisa, y le dice a Bruno, en plan jocoso: “A ver si compras un móvil de una vez, pirao”. Yo sigo de cerca la situación, no entiendo nada. Sigue hablando airadamente, se queja de que no ha recibido la paga y que se pasa los 400 euros del Gobierno por el forro… que a él no se lo dan. ¿Por qué? Me pregunto y sigo sus andanzas. Soy un desgraciado, grita. Se cruza con Mari, la panadera, que le dice algo parecido a la frase del kioskero. Bruno le dedica un gesto despectivo y sigue a lo suyo.
Bruno tiene unos 40 años, viste de marca y lleva un pañuelo blanco colgando del bolsillo derecho trasero. Se sigue quejando. En una pantalla de un escaparate está Rajoy hablando con muchos micros delante. De pronto, se le acerca una señora mayor y le dice: “¿Quieres venir ya a comer?”. Bruno despega la mano de su oreja y cuál es mi sorpresa cuando descubro que no tiene teléfono. La señora es su madre. Se va y le deja ahí. David, un niño de unos 13 años le pregunta a Bruno: “¿Por qué no te compras un móvil de una vez?”, y Bruno le contesta que su madre no le deja, que hace más de dos semanas que no le da la paga…
Me suena el teléfono y una voz misteriosa robótica me dice: “A continuación procedemos a hacerle unas preguntas… ¿Está contento con su banco?”. Hasta aquí puedo leer.
Comentarios
Por cierto, el protagonista de tu historia... ¿cuánto paga al mes y con qué compañía?
En este caso me sent� como cuando un camarero no te hace caso, fatal, pero me fu� a dormir y so�ar con Casimiro y su m�vil.