
Kostas es un adicto al trabajo, al estudio, y al no compromiso, como tantos/as. Yo creo que cada uno elige el momento o no; pero los mundos propios se gestionan desde dentro, nunca desde otros planetas –salvo algunas excepciones, claro-.
Presume de haber aprobado la carrera de Ciencias del Mar en el váter. También puso una tienda, que al año traspasó, especializada en chinchetas de diseño. Tienes ocurrencias como el culo, le dije en su día. Bueno, pues la vendió por no sé cuánto. No era mucho, pero le metió más de un 70% a la inversión inicial, que fue mínima. Y todo se fraguó tras un desayuno con un ex compañero de trabajo, que no paró de hacerle saber lo mucho que le echaba de menos.
Un día escribió un manifiesto en el colhogar de turno, sobre la injusticia que el presidente de su comunidad de vecinos estaba cometiendo con ciertos recibos… Nadie se había percatado, pero Kostas -después de una cena copiosa con su primo Ramón, el poeta- redactó higiénicamente los detalles del desfalco. Lo pasó después a word e informó a los vecinos. Hoy, el presidente se ha ido a vivir fuera de Madrid.
Ahora, me cuenta que está indignado con “la campaña de los números”. ¿65 horas semanales? ¡Ni en pedo! –A veces, no sé por qué, le sale acento argentino-. Me ha llamado hace un rato desde su casa, dice que está muy constreñido, que no estreñido, y se va a tirar un buen rato en el baño… ¡Tiembla Europa!
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