Dio tres pasos hacia adelante, tres hacia atrás, uno a la derecha, estornudó dos veces y se contestó a sí mismo. La respuesta no le gustó del todo, pero al menos salió de Dudas, ese puto y oscuro país que le ha mantenido atrapado durante demasiado tiempo. La respuesta no ha sido fruto de la casualidad sino de un arduo trabajo de poner en cuestión hasta la última de sus afirmaciones más intocables.
Abuén Puerto está profundamente triste, pero aliviado; frustrado sin angustia; dolido sin hematoma que valga; decaído con cabeza alzada y erguido como el junto que se dobla pero siempre sigue en pie; como el niño que descubre que… “son los padres”; como el hijo que un día, por fin deja de serlo para convertirse en padre. Puerto acaba de dar esquinazo para siempre a Puertito Pa’siempre, así le llamaban cuando eran un chaval.
Él mismo me lo ha contado. Mandó un mail, anónimo en un principio, con nombre y apellido al final. Leyó el caso de Martínez y quiso que contara hoy su ‘pequeño’ bofetón, similar al de Martínez. Me pide, eso sí, que si escribe un tal Níscalo Horizontal para ponerse en contacto con él, le dé esquinazo como Totó a los fantasmas de Giancaldo*.
*Totó (Marco Leonardi) es el protagonista de Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1989). Cuando por fin decide abandonar Giancaldo, su pueblo natal, Alfredo (Philippe Noiret) apretando el puño le despide en la estación mientras le susurra al oído: "No te dejes engañar por la nostalgia. Olvida todo. Si no resistes, no quiero que vengas a buscarme...”. Sin duda, una de las mejores secuencias sobre la AMISTAD vistas en el cine.
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Fdo.: "Hasidoelgordo"