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Él y Contradictoria viven en dos mundos casi opuestos, pero algo les une. Ella no parece ni cuestionárselo, aunque es a él al primero que mira nada más entrar en el aula y al último antes de irse; él hace lo mismo y piensa mucho en esta extraña relación. Caminan por callejones y vías diferentes, pero cuando se miran parecen estar navegando en la misma barquichuela.
Esta breve historia me la envía Martín Ensánchez Grueso, alumno de 36 años del taller de comunicación a pulsiones. Le hace gracia y le enternece ver a Entreciclos y a Contradictoria creando su propia urbe de comunicación. No hablan, pero se lo dicen todo con una mueca. Y en sus miradas hay tanta intensidad y complicidad que es difícil de asimilar; o eso parece. Ensánchez Grueso está triste porque ha tenido que dejar el curso por motivos laborales. Desconoce cómo ha seguido la historia…
Salud!
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