Por la mañana han empezado a buscar por el camino de "el medio" que, aseguran los ancestros, es el más "majo". Se han encontrado con sapos, culebrillas y alguna de esas malditas chinas tan adictas a invadir las plantillas de los zapatos ajenos. Han discutido entre ellos; han jugado a "las películas" (dime una frase y te diré a qué peli pertenece y qué personaje la entonó; Mancuerna es una bestia de este juego). Con la llegada de la tarde lloran y se abrazan.
En unos minutos han pasado de ser felices a retirarse del camino y buscar la bifurcación. En segundos casi abandonan a la vez. Pero las ganas de tomar distancia les impulsa a seguir sin miramientos. ¡Como el junto que se tuerce pero siempre sigue en pie! (exclama Guisante). ¡Ahí le has dao'! Le apoya Mancuerna.
Cuando amanece han subido a una cima. Se han comido todo lo que llevaban encima. Se abrazan, señalan a lo lejos y empiezan a partirse de risa. ¡Qué bueno! ¡Qué pequeño es! ¡Es diminuto! ¡Mira (guiña un ojo Mancuerna), se puede coger con los dedos! Así se pasaron la mañana moviendo como a un pelele el problema del exceso de cercanía. Soplaron, localizaron, resetearon y resituaron las cosas. Sólo hay un problema, Mancuerna quiere quedarse, Guisante no.
Hace un año que ocurrió. Ayer hablaron por Skype y se echaron una de pelis.
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isabel