Ir al contenido principal

DONANTE GAS QUIERE SALIR DEL SOBRE

Me escribe, algo molesto, Donante Gas. Le mencioné el viernes en el post sobre Panorama Exclama, Reclamo José Edificante y el mensaje en el Fresquito. Nunca pensé que esta “chuche” tan simbólica pudiera dar tanto juego. Primero el sábado me manda una foto “La Zapateta” (comentarista habitual de MISTERVÉRTIGO) y ahora Donante reclama su espacio. ¡Viva el periodismo ficción y las cosas que pasan en esta vida blogosférica tan imprevisible!

¿Sabes lo que va a pasar mañana? Así empieza el mail de Gas. Claro que no lo sabes, y no lo sabes porque entonces serías adivino y no un periodista de ficción que tanta 'bola' cuentas y nos das (bola) a personajes como yo. Mira, la foto que te envié del Fresquito es un testimonio de una realidad. El 'hoy' que vivimos es así. No sé cuánto tiempo me queda, no sé si moriré como un replicante... Pero he de decirte que ese sobre de polvos pica pica está lleno de, no uno, sino de miles de mensajes. Piénsalo, MISTERVÉRTIGO. Pensad en ello, lectores de MISTERVÉRTIGO. Y por cierto, ¡ojito con la historia que hay detrás de Pilatos Factura!

Y poco más puedo añadir. Su mail termina ahí... Fresquito en la calle, pensemos. Donante Gas en mi correo. Y una historia más por investigar, la de Pilatos Factura... por cuyos huesos hubiera muerto la -hoy- semidifunta Panorama Exclama, más conocida como "Fresquito", que no fresquita. Se acumulan los casos, las cebollas en la cocina y las conversaciones. Seguiremos investigando.

Comentarios

Miguel Ángel Pegarz ha dicho que…
Asi que la efervescencia del fresquito son en realidad cuchicheos!!! y yo sin prestar atención.
La Zapateta ha dicho que…
En primer lugar, decirte que es un placer que a través de tu blog toquemos la "realidad" de otra forma en cualquier momento, circunstancia, o calle. La foto de Freskito te la mandé porque las casualidades-causalidades de la vida provocan estas cosas de vez en cuando. Estábamos en el Retiro de Madrid cuando de pronto se levantó un viento infernal -luego me he enterado de que una de las que leen el tarot está grave porque le cayó una rama de árbol encima ¿cómo no lo predijo? no sé- pués bien, ante tal ventolera nos refugiamos en el primer local abierto de la calle Menendez Pelayo, una heladería a la que jamás hubiera entrado si no es por necesidad imperiosa -traumas infantiles y castraciones paternas- y allí, cuando consigo abrir los ojos tan perjudicados por todo el polen en suspensión, me encuentro de frente con el cartel de "Freskito". Es curioso porque el día anterior entré al blog de Dani después de un mes sin hacerlo y justo ese día sólo leo el post de "Fresquito", no sé... debería hacerme el tarot un día de estos, pero quizá aun no se ha recuperado la pobre pitonisa de su propio destino arboreo... Besos y gracias.
Anónimo ha dicho que…
totalmente de acuerdo zapateta, es bonito ver que aquí los personajes reales se salen de los post mientras los comentaristas ficticios entramos de lleno en ellos.

isa
La Zapateta ha dicho que…
Es verdad isa. Nunca había pensado en mi como ficticio, pero es verdad... me llamo Zapateta. Y debo entender que tú de isa tienes poco ¿no?
Anónimo ha dicho que…
qué va, yo de isa tengo mucho, supongo que tanto como tú de zapateta. También tengo un poco de anónimo, algo de cebolla parda..voy y vengo por la ficción.
La magia de mr.vértigo.

saludos!
La Zapateta ha dicho que…
Encantado entonces, cebolla. Seguiremos comentando lo que surja. Yo, de pronto, propongo a Dani que desarrolle más a Donante Gas, que como ya dije, es un personaje desconcertante y peligroso.

saludos

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...

En tela de juicio bajo tierra

Me echan monedas... ¡hasta billetes de 10 y 50€! Voy arreglado, sólo estoy algo mareado y sentado en el suelo del metro por no poder sostenerme en pie. Soy abogado , pero no puedo pararles y decirles que no necesito su dinero. No me sale la voz. Estoy preso  en este pasillo... Bloqueado, encerrado y cubierto por aquella tela de juicio que usaba mi padre para tejer el amor hacia mi madre, la gran fiscal en estado permanente (somos 15 hermanos). La superficie de mi maletín tumbado se ha deprimido por la gravedad del dinero... Y no para de hundirse. Yo, mientras tanto, sigo sin saber qué razón inmaterial me impide levantar la cabeza y erguirme como Dios siempre me indicó. Empiezo a detestar el sonido del dinero, la caridad... No puedo defenderme de este ataque absurdo. No sé si me miran mientras tiran su circulante. ¡Nos sabéis lo que llevo en el maletín, desgraciados, no lo sabéis! ¡Con estos papeles sabríais lo fácil que me resultaría hundir vuestros culos en la miseria. Por fin co