Como alguna vez he comentado es en la cola de la charcutería donde me vienen a la cabeza las ideas más absurdas; sin contar, claro, con los delirantes asaltos de la madrugada de los miércoles. Ayer, en pleno día de la madre tuve que ir, como el 90% de los madrileños, a llenar la nevera al súper. Madrugué, pensando que así habría poca gente y podría ir tranquilamente a la consulta del charcutero, Alonso Gañán... E inspirarme. La foto lo dice casi todo.
¡Todo dios se había concentrado en el mismo sitio! Entre los mejores precios y ofertas; entre el fiambre y los juguetes, entre las aceitunas deshuesadas y las marcas blancas; entre las pilas y el pan de molde; entre el pulpo a la gallega y el pack de 10 gayumbos a un euro... Lo primero que pensé, antes de llegar a la “consulta”, fue: así sería el tráfico sin regulación. Después me quedé en una esquina por un momento -abrumado por la intensidad de la ola humana- para 'aislarme' lo máximo posible, pensar y coger aire. Fue imposible, una señora -en busca de peritas de Madagascar- me atropelló con su carrito, mientras un señor adicto a la margarina de aceite de hipo me embestía por el lado del copiloto (que es el contrario al que estés pensando).
Ni me pidieron perdón, ni me vieron ni nada... Yo no existía. A unos 10 metros, en la sección de refrescos, un niño (de unos 10 años) andaba suelto con su Nintendo DS, sin saber que se dirigía a una pareja que discutía acaloradamente por llevarse los chopitos de Burgos o la sobrasada de Miami. Se topó con ellos, perdió la partida que estaba jugando y le pegó una patada en la espinilla al sudamericano de la sobrasada (que en el fondo lo que quería era morcilla de Sidney).
¿Te quitas? Me dice, violenta, una señora de unos 70 mientras observo la reacción de la pareja. No sé cómo, pero en lugar del insulto que me pedía el cuerpo me salió otra respuesta. Abro los ojos como platos y exclamo: ¡Señora que se le está saliendo un prolegómeno de la cicatriz! Cambia el gesto de superioridad por uno de vergüenza propia, suelta el carrito y se echa las manos a la nuca... Los prolegómenos se habían liberado y rodaban por el suelo; ella estaba perdida. Y yo con el carro aún vacío y cargo (algo) de conciencia. Logré llegar hasta Gañán, pero una cola de 20 números me separaba de él. Afortunadamente, puedo contarlo...
Salud!
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*Título basado en esa obra maestra llamada Sal Gorda (Fernando Trueba, 1982). En concreto en el LP de Natalio Erre Punto Petrof, compuesto por Palmira, su musa y... novia 'negra'. Éste es el tema (Nacho Cano).
Comentarios
Fdo.: "Hasidoelgordo"
Me Contó Anhelo el otro día algo similar. Estaba intentando comunicarse con una lombarda; quería sencillamente hacerla entrar en razón. De pronto la lombarda, sintió la presión de ser observada y se puso colorada, que en su especie es de color amarillo pomelo.
Ana
Ana