Viene del post anterior
Tuteado, arrancado, sobrepasado, lleno de sueños de anís del mono y vacío de conjeturas pretéritas, Fundi Doscirios acudió al banco del Parque del Retiro. Benigna Malicia, que ya había degustado el sabor a método improvisado, también se acercó al banco. Se sentaron, lo vi, fui testigo. Estaba sentado bajo un Cedro Libanés con una ardilla entre sus ramas dispuesta a todo por comerse la nuez que yo me iba a zampar.
Los reconocí porque Doscirios tenía cara de apellidarse así y sólo Malicia podía sentarse a su espalda, según las predicciones de Mendruga Pensada. Todo iba al dedillo, la cuestión era comprobar si se encontrarían sendas atracciones inconscientes ese mismo día. Uno empezó a hablar con alguien a través de su móvil y otra miraba con cara de plenitud al cielo. Pero ninguno había reparado en el otro.
De pronto a Malicia le cayó un exabrupto de paloma con forma de “mierda de pájaro”. Su hombro, descubierto, derecho estaba cubierto por esa masa famosa viscosa… Una gotilla salpicó a Fundi en uno de sus párpados y se levantó como un poseso del banco, y gritando como un chimpancé… Ella, asustada acudió en su ayuda. Él se apoyó en su hombro impregnado y sintió esa cosa llamada asco fundida con amor al primer toque.
Se reconocieron de inmediato y fueron juntos a lavarse a un baño público… No volvieron. Evidentemente no les seguí. Cuando desaparecieron de mi vista vi venir a Mendruga (surgía del fondo como Obi Wan Kenobi cuando acude -cual espectro de La Fuerza- para auxiliar a Luke de una muerte segura en aquel planeta congelado de El Imperio Contraataca). Cuando llegó hasta mi pino, la ardilla me robó la única nuez que me quedaba (llamada “Llamada”) y se subió a la chepa de la vendedora de dedales.
Después, sin mencionar palabra, me dio a elegir entre sus puños… toqué el derecho y me cogí –cómo no- un post-it arrugado. Se fue sonriente, leí lo que había en el interior: “Hijo, yo soy tu padre. ¿Por qué no siembras de una vez tu propio Cedro?”.
Salud!
Tuteado, arrancado, sobrepasado, lleno de sueños de anís del mono y vacío de conjeturas pretéritas, Fundi Doscirios acudió al banco del Parque del Retiro. Benigna Malicia, que ya había degustado el sabor a método improvisado, también se acercó al banco. Se sentaron, lo vi, fui testigo. Estaba sentado bajo un Cedro Libanés con una ardilla entre sus ramas dispuesta a todo por comerse la nuez que yo me iba a zampar.
Los reconocí porque Doscirios tenía cara de apellidarse así y sólo Malicia podía sentarse a su espalda, según las predicciones de Mendruga Pensada. Todo iba al dedillo, la cuestión era comprobar si se encontrarían sendas atracciones inconscientes ese mismo día. Uno empezó a hablar con alguien a través de su móvil y otra miraba con cara de plenitud al cielo. Pero ninguno había reparado en el otro.
De pronto a Malicia le cayó un exabrupto de paloma con forma de “mierda de pájaro”. Su hombro, descubierto, derecho estaba cubierto por esa masa famosa viscosa… Una gotilla salpicó a Fundi en uno de sus párpados y se levantó como un poseso del banco, y gritando como un chimpancé… Ella, asustada acudió en su ayuda. Él se apoyó en su hombro impregnado y sintió esa cosa llamada asco fundida con amor al primer toque.
Se reconocieron de inmediato y fueron juntos a lavarse a un baño público… No volvieron. Evidentemente no les seguí. Cuando desaparecieron de mi vista vi venir a Mendruga (surgía del fondo como Obi Wan Kenobi cuando acude -cual espectro de La Fuerza- para auxiliar a Luke de una muerte segura en aquel planeta congelado de El Imperio Contraataca). Cuando llegó hasta mi pino, la ardilla me robó la única nuez que me quedaba (llamada “Llamada”) y se subió a la chepa de la vendedora de dedales.
Después, sin mencionar palabra, me dio a elegir entre sus puños… toqué el derecho y me cogí –cómo no- un post-it arrugado. Se fue sonriente, leí lo que había en el interior: “Hijo, yo soy tu padre. ¿Por qué no siembras de una vez tu propio Cedro?”.
Salud!
Comentarios
Salud!
A mi me ha llegado lo de tener tu propio cedro. Precisamente porque acabo de plantar unas semillas de ese árbol, pero no prende. Llevo un mes y medio esperando (o más). Mi padre no lo sabe, tampoco se lo he contado. Gracias a que no lo sabe, el cedro podrá brotar o no, pero lo hará por él mismo y por mi, no por mi padre.