
Cuando llegó a la cima de la montaña de ropa que tenía acumulada desde el domingo colocó una banderilla en la bola de calcetines negros. Se le cayó la última mandarina de la temporada; se precipitó al vacío por longeva. Notó un vacío legal en su estómago estrellado… pero se sobrepuso y aspiró a pedir un deseo desde lo más alto de sus ropajes. Transpira, respira y desea.
Cuando cerró la boca, comenzó a pensar. Algo tenía que cambiar a su alrededor de sí mismo. Lo vio claro desde la cumbre de su habitación. Insiste hoy en hacerme partícipe de sus progresos y yo, previo aviso, os lo traslado. Bocajarro Paradoja está saliendo de entre la maleza de sus restos contradictorios. Creo que es un héroe.
Salud!
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Superman con vértigo