Ricardo Asueto no está acostumbrado a recordar sueños. Pero lo salvaje e intenso del último ha hecho imposible desterrarlo al olvido. Me lo ha mandado en formato manuscrito de papel de váter. Como es imposible traerlo todo, porque es eterno y no se entendería nada, he decidido pasar la idea a máquina bloguera.
La secuencia transcurre en un circo. Asueto se encuentra en la arena junto a una lista de personajes compuesta esencialmente por: payasos, empresarios, lameculos, alguaciles, trepas descolgados del bejuco, intérpretes de nada, novatos, instigadores, cínicos, los primeros de la clase, corneados, putas, abogados sin ganas y chaperos, yonquis, profesores sin alumnos, directivos, curas digitales, trapecistas con vértigo, periodistas, chatarreros vegetarianos...
Y en la grada observan: libreros, editores, políticos, ciudadanía en general, deportistas retirados, maquilladores de cadáveres, trompetistas, gaiteros, un cíclope, vendedores de coches sin ruedas, recogepelotas, poetas secos, poetisas con falta de rima, payasos cansados de llorar, vendemotos, expertos en marketing...
Y en un reservado juegan al mus Zapatero y Rajoy contra Pajares y Esteso. Rajoy saca la lengua y Zapatero medita.
El murmullo es peor que las vuvuzelas a alto rendimiento. Y él, Asueto, aparece en escena encarnado en hombre bala. Busca a un impaciente inglés. No lo encuentra. Un trepa se le echa encima, un empresario le roba algo de pólvora, el trapecista el corta la mecha, el corneado le hace la cama. Pero él sigue adelante haciendo círculos. Una puta le cuenta la receta del pollo picón. El intérprete de nada le besa la mejilla.
De pronto se encuentra con Judas y besa sobre el mojado del intérprete. Asueto se enciende, se enfada, se hincha y sale disparado, atraviesa la lona y hiere de muerte al Kraken que venía dispuesto a zamparse el gran circo. Y ahí... se despierta. Empapado en sudor, erecto de cabo a rabo y lleno de dudas metódicas sobre lo más evidente de su vida. El resto se escribe en azul chino sobre celulosa virgen.
*La imagen viene del post Las horas de vuelo de un coach.
Y en la grada observan: libreros, editores, políticos, ciudadanía en general, deportistas retirados, maquilladores de cadáveres, trompetistas, gaiteros, un cíclope, vendedores de coches sin ruedas, recogepelotas, poetas secos, poetisas con falta de rima, payasos cansados de llorar, vendemotos, expertos en marketing...
Y en un reservado juegan al mus Zapatero y Rajoy contra Pajares y Esteso. Rajoy saca la lengua y Zapatero medita.
El murmullo es peor que las vuvuzelas a alto rendimiento. Y él, Asueto, aparece en escena encarnado en hombre bala. Busca a un impaciente inglés. No lo encuentra. Un trepa se le echa encima, un empresario le roba algo de pólvora, el trapecista el corta la mecha, el corneado le hace la cama. Pero él sigue adelante haciendo círculos. Una puta le cuenta la receta del pollo picón. El intérprete de nada le besa la mejilla.
De pronto se encuentra con Judas y besa sobre el mojado del intérprete. Asueto se enciende, se enfada, se hincha y sale disparado, atraviesa la lona y hiere de muerte al Kraken que venía dispuesto a zamparse el gran circo. Y ahí... se despierta. Empapado en sudor, erecto de cabo a rabo y lleno de dudas metódicas sobre lo más evidente de su vida. El resto se escribe en azul chino sobre celulosa virgen.
*La imagen viene del post Las horas de vuelo de un coach.
Comentarios
Y con tanto detalle en el que recrearse y sonreir,reconozco que se me ha escapado una sonrisa más grande con ese impaciente inglés perdido.
Muy bueno.
Estupendo como siempre
Eva