Le sonaba el coxis de Rebeca y algo intuía respecto al dactilar corazón; pero estaba confundido respecto a las muñecas de Zapatero. Serafín Lista había caído en un bucle después de acudir al concierto de una folclórica rumana llamada Majestad Aurresku. No tenía consciencia de sí mismo ni de la misma folclórica, sólo sabía dónde estaba cuando Zapatero elevaba los brazos en mitad de un discurso ensayado.
Como en Memento (Christopher Nolan, 2000), decidió apuntarse las cosas para no empezar de cero siempre que terminaba de cenar. El problema es que Serafín no sabía escribir, pero interpretaba muy bien; así que al final de cada día terminaba interpretando el papel de alguien que sabe cuando no sabe. Perfecto para darse seguridad a sí mismo y engañarse a la vez. Vamos, que fingía apuntarse datos para transmitirse seguridad, y no se apuntaba más que dibujos.
Un día se levantó recordando. Duró poco, pero durante ese instante de una hora supo que había decidido apagarse, quedarse al margen de las cosas, no progresar, depender... Se acercó a una imagen de la infancia en la que aparecía su vecino pegando al tio que le educó. El vecino le secuestró, enterró a su tio y se llevó a Serafín a otro país. El vecino se convirtió en su carcelero/tutor que por las noches se disfrazaba de folclórica rumana. Era el único momento del día que éste le liberaba de los grilletes.
A la hora le volvió a sonar el coxis de Rebeca, intuyó a través del dactilar corazón y las muñecas de Zapatero de nuevo le confundieron. Después descubrió un garabato sobre un váter pintado en el brazo. Serafín se identificaba con éste, con él "garabato sobre váter" sabía que era él mismo pensando en no pensar.
Comentarios
Soy muy cansina.
Me gustaría saber en qué estabas pensando tú cuando escribiste este genial comienzo de post.
las noticias, Rajoy, la entrevista a Natascha Kampusch, el rumano del semáforo, Sevilla y la última película de Woody Allen. Más o menos.
Seguiré investigando el resto...
Cybr, es que lo escribí a esa hora pero no quería publicarlo hasta despejarme por la mañana... Quería leerlo otra vez. Por cierto, creo yo que perderse es normal.