Como un libro abierto, como un espejo transparente, como un reflejo mate, como una carta descubierta de par en par o como un bocazas oblongo libre de mordazas... Y cómo no, culpable. Así se ha declarado ante el juez, Rodolfo Mediados. El juicio se ha celebrado a puerta cerrada, tanto que sólo él ha podido pasar; ni el magistrado inexistente ha podido sentenciar.
Era lo que necesitaba. Sentenciado a muerte por él mismo, no ha tenido más remedio que acatar la pena máxima. Un penalti para acabar con un partido que ya duraba demasiado. Demasiadas prórrogas, demasiadas faltas, poco fair play para un desencuentro sin árbitro. Así que, como la hierba crece y la experiencia termina siendo un grado, el mismo Rodolfo ha dicho Hasta aquí hemos llegado.
En su declaración ha asegurado que empezó este partido queriendo ganarlo con tanta ansiedad que ni siquiera podía saborear los goles. Pero años después, ya me da igual. Sólo quiero terminar para poder seguir... fuera de este cuadrilátero. Así que por mi culpabilidad impulsora, asumo la pena. Termino el partido y me voy. Ahí te quedas, Rodolfín.
En estos momentos Rodolfo disfruta desde la grada y paga sus entradas.
*La imagen pertenece a la sección WTF de Microsiervos, y aunque no lo parece, tiene mucho que ver con el texto.
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