Mañana nos vemos, no te olvides de elegir tu destino, le dice a la despedida un tipo a una tipa en el metro, mientras se cierra la puerta del vagón entre los dos. Él se baja en la estación y ella sigue su camino; tal vez su destino, no lo sé. Pero la frase retumba en mi cabeza como un gong 'desafinado' y golpeado con muy mala hostia.
Salgo de la estación, alejándome de mi destino, y entro en el DRAE (¡qué gran refugio!). Me encuentro con un mundo de significados (obvios, sobre los que no suelo reparar hasta escuchar despedidas como la de hace un momento) tan alejados entre ellos como auténticos primos hermanos. Circunstancia favorable, encadenamiento fatal y necesario, empleo o meta, punto de llegada, etc. Salgo con tantas ganas de expectorar objetivos que termino por hacerlo.
Necesito andar un rato sin ellos, sin los objetivos. Así que avanzo y empiezo pronto a recargar fines del tipo 'en sí mismo', sin medios que valgan. Un hado por aquí, una decisión final -que no fatal- por allá y emplazamientos y circunstancias a mogollón.
Es imposible vaciarse y quedarse vacío. Al menos para mí. Pero qué bueno es vaciarse de vez en cuando. Estoy preparado para la odisea, y cómo no para adoptar, desde mejor posición, una postura más cómoda, un significado consecuente. Me despido y elijo destino: Por ahí que voy.
Comentarios
Precioso post lleno de significados nada vacíos.
Me ha dejado pensando, y si me vacío .... ¿queda algo?