
Estaba a unos 500 metros, sólo tenía que caminar un poco. En un kiosco, de paso, leyó por encima que los transportistas franceses se solidarizaban con los españoles. Tampoco su amigo Paco tenía la medicina. En la de más allá tampoco ni en la otra del barrio vecino. Mario es algo hipocondríaco, lo que le hace añadir una dosis más de sufrimiento al dolor que pueda sufrir ya de base. No había Ranitidina por ningún lado. Decidió entonces que no comerí

Cuando llegó a su casa, abrió su portátil y entró en una web que le servía medicamentos a domicilio. Se puso contentísimo y decidió contratar sus servicios… Eso sí, como no se fiaba mucho de la seguridad en los pagos por Internet, llamó antes a la empresa por teléfono. Ni se le había ocurrido, a pesar de haber recorrido las farmacias de la zona y la de más allá… Resulta que no podían traerle a casa la Ranitidina porque los trabajadores se habían puesto de huelga. Claudicó por fin, entró en Soitu.es y se puso a seguir el minuto a minuto de la huelga.
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