
El marco era la redacción del programa. Ordenadores, carpetas, periódicos, botellas de agua, alguna planta a punto de palmar, cajas sueltas, magnetos, una lámpara estropeada, folios, sobres, un bote de pegamento seco, más periódicos, cintas de vídeo, post it por un tubo, pero… ¡Ningún bolígrafo al alcance! Y en mi bolsillo: tres pen drives de uno y dos gigas, pero insisto ¡ni un bolígrafo!
Al final, memoricé el número, se me olvidó, fui a por un boli, se lo pedí a los compañeros de Informe Semanal (que por cierto no encontraron uno a la primera sino a la tercera), volví a llamar, apunté el número desmemoriado y fin de la película. ¿Una chorrada? Puede, pero me duele la mano cuando escribo a mano más de dos frases seguidas. Y creo que no soy el único.
¡Salud!
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