
Es posible que no se aprecie adecuadamente... pero la composición, a mi juicio, no puede ser más disparatada; carne de ARCO. Un cartel-protesta de un sindicato con tintes ácratas, un aviso para navegantes de ascensores, un botón de bajada apretado y -¡atención!- el anuncio de una oferta difícil de igualar: Thermomix a 940 euros. Y todo en un mismo espacio.
Esto me recuerda la sensación que tuve cuando Carlos Idea Pelo, un ex amigo, me enseñó su primer cuadro (listo para exponer). Se titulaba: Mareo. En concreto recuerdo cómo visualicé mi gesto al verlo, que no mirarlo (me resultaba difícil profundizar en él, no estaba educado para hacerlo). Lo suelen llamar cara de gilipollas, pero me temo que iba más allá... Su lienzo estaba compuesto por un "naranja quemado" a lo largo y ancho de los límites del cuadrilátero; en el centro un cirio blanquecino apagado con ojos; dos "gárgolas opacas" en las esquinas superiores; un cerdo-conejo en la esquina inferior izquierda; un colibrí en la contraria contemplando la firma del... pintor; y revoloteando por otros espacios del cuadro un dedo meñique amarrado a un anillo de espinas.
La sensación revivida con la composición que véis en la imagen me removió tanto como el zarpazo de una ola muy cabreada. Lástima, risa, horror, vergüenza ajena, estupor, ganas de orinar, sed, picores, parpadeos fuera de lugar, ardor, terror, ¿ternura? No, ternura no... Al final, no pude contenerme, ni ser constructivo. Tío, a dónde vas con esto. Deberías hacértelo mirar. Carlos se ofendió y me mandó a la calle. No me dio una hostia, pero casi. Me saca dos cuerpos, habría sido un drama, puesto que yo no ocupo ni el espacio del colibrí del cuadro desafortunado. Por cierto, no sé nada de él desde entonces. Me suena que se fue lejos.
Thermomix, emergencias, sindicatos y la prioridad de bajar por no subir... Tengo ganas de pintar, pero no sé, así que ahí va mi cuadro, del que por cierto, ya me inspira terror. Me lo haré mirar.
Esto me recuerda la sensación que tuve cuando Carlos Idea Pelo, un ex amigo, me enseñó su primer cuadro (listo para exponer). Se titulaba: Mareo. En concreto recuerdo cómo visualicé mi gesto al verlo, que no mirarlo (me resultaba difícil profundizar en él, no estaba educado para hacerlo). Lo suelen llamar cara de gilipollas, pero me temo que iba más allá... Su lienzo estaba compuesto por un "naranja quemado" a lo largo y ancho de los límites del cuadrilátero; en el centro un cirio blanquecino apagado con ojos; dos "gárgolas opacas" en las esquinas superiores; un cerdo-conejo en la esquina inferior izquierda; un colibrí en la contraria contemplando la firma del... pintor; y revoloteando por otros espacios del cuadro un dedo meñique amarrado a un anillo de espinas.
La sensación revivida con la composición que véis en la imagen me removió tanto como el zarpazo de una ola muy cabreada. Lástima, risa, horror, vergüenza ajena, estupor, ganas de orinar, sed, picores, parpadeos fuera de lugar, ardor, terror, ¿ternura? No, ternura no... Al final, no pude contenerme, ni ser constructivo. Tío, a dónde vas con esto. Deberías hacértelo mirar. Carlos se ofendió y me mandó a la calle. No me dio una hostia, pero casi. Me saca dos cuerpos, habría sido un drama, puesto que yo no ocupo ni el espacio del colibrí del cuadro desafortunado. Por cierto, no sé nada de él desde entonces. Me suena que se fue lejos.
Thermomix, emergencias, sindicatos y la prioridad de bajar por no subir... Tengo ganas de pintar, pero no sé, así que ahí va mi cuadro, del que por cierto, ya me inspira terror. Me lo haré mirar.
Comentarios
En cuanto a la pegatina del ascensor, equivale a la advertencia de Ignacio de Loyola "en tiempos de tribulación, no hacer mudanzas"
Gracias, Fabio por tu capacidad de observación.
P.D: ¿940 euros?, no parece un ofertón, la verdad.
P.D2:¿ternura?,si al menos el cerdo-conejo se hubiera salido del cuadro..