
El primer día ningún caco picó, pero el segundo sí. Se estaba subiendo al vagón en la estación Cualquiera cuando oyó el 'clac'. Una onomatopeya que le supo a gloria y más todavía cuando vio al pueril raterillo, con diente de oro y llanto de dolor, saltando y tratando de librarse de la trampa. Los viajeros que entendieron a la primera lo que estaba ocurriendo comenzaron a aplaudir y vitorear a Gregorio.
Pero la crónica no acababa aquí. Al día siguiente pilló los dedos de otro raterillo, otro más una semana después; inventó otro artilugio, una cebolla untada en mantequilla cubierta con una finísima capa de un retén especial que... camufla el tacto del objeto. Cuando el delincuente lo saca la capa desaparece y produce la sensación de tener entre las manos algo asqueroso. El grito y/o vómito es instantáneo y la satisfacción de Rosmari mayor.
El caso es que le ha cogido el gusto a este asunto y se ha convertido en el peor enemigo de los ladronzuelos subterráneos. Al parecer, incluso, le han fichado en la Comunidad de Madrid para atraparlos y putearlos. Más cosas: otro compinche de Gregorio lo graba en vídeo y un realizador del metro las demás cámaras de vigilancia y 'realiza' el show. La historia termina aquí: Un canal de televisión se ha interesado por el formato. Rosmari será la sensación.
Comentarios
Tal vez en el programa Metro-polis...???
Lo mismo el canal "Metro de Madrid"
Lo mismo el canal "Metro de Madrid" lo pone en sus televisiones que a su vez están en el Metro de Madrid y así .... todo queda en casa.