Ir al contenido principal

SIEMPRE HAY ALGUIEN MÁS SOBERBIO
Así funcionan las cosas

Me duele la soberbia cuando me abrasas con humildades gratuítas. Sí, sabes perfectamente de qué hablo, gilipollas. Pero por qué tienes que poner esa cara de "pero si yo no he dicho nada", cuando lo has dicho todo. ¿No quedamos en que jugaríamos los dos al mismo juego? ¿No me dijiste que querías llegar hasta el final? Lo teníamos todo planificado, tu me vendes a mí y yo te vendo a tí y al final nos juntamos en la misma compra...

Al parecer Pérez rompió el pacto y Diezmo se quedó con 'marrón'. Nunca han sido amigos, más bien lo contrario, pero se encontraron en un punto en común. Ambos compartían idéntica ambición y idéntica dosis de soberbia. Así que, con la astucia y practicidad por delante, firmaron un acuerdo para conseguir situarse en los más alto del mundo. Uno tenía que promocionar al otro. La táctica era sencilla, pienso en mí cuando le promociono a él. Y claro, siempre 'vende más' el que sea otro el que te vende a tí. Así funcionan las cosas independientemente de la unidad de venta.

Todo iba bien, pero a Pérez algo se le torció... O mejor dicho, retorció. Ocurrió cuando en medio de una persuasión, el persuadido potencial le interrumpió para decirle: Ya conozco a Diezmo, es el mejor. Esbozó una sonrisa Pérez para salir del paso, pero aquella frase le machacó por dentro. Así que decidió, como buen adulto aguerrido y con dosis de rencor reconocido, actuar en consecuencia. Se fue por libre y abandonó el territorio de consenso.

Hoy he leído en el periódico que un tal Pérez Diezmo ha firmado un contrato millonario con una empresa emergente. Una compañía especializada en persuadir a jueces para que juzguen a otros jueces. Así que ni corto ni perezoso, un personaje ha fusionado dos identidades soberbias para convertirse en uno, grande y libre. Y no es ninguno de ellos. Así funcionan las cosas.

Salud!

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
¡Que fuerza tiene esta entrada!. La frase inicial es brutal.
Su aguda dureza, el lenguaje preciso, se queda rebotando por ahí como tantas veces hasta que lo cazas y te apropias de detalles que no habías oído al primer vistazo.

isa
Juana ha dicho que…
Vamos a ver si lo he entendido:
dos soberbias se unen y se forma uno grande y libre ....
Suena fatal ¡qué miedito!
Dani Seseña ha dicho que…
Isa: Será porque ese tremendo "ruido de fondo" que describes en tu post. Inspira e incluso deja escuchar detalle de entre el fragor de los gritos ajenos. Entonces ocurre, te llega una historia que viene dada por la ondas y quién sabe si por los experimentos con el choque y aceleración forzada de partículas.

Juana: sí, da mucho mucho miedito. La fórmula de soberbia con ausencia de autocrítica + planes con socios de EGO dividido por ceguera, es igual a un patinazo con tu propia miseria resbaladiza por ingenuo. Y delante uno, grande y libre.
Miguel Ángel Pegarz ha dicho que…
Una entrada genial Maestro Seseña.

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...

En tela de juicio bajo tierra

Me echan monedas... ¡hasta billetes de 10 y 50€! Voy arreglado, sólo estoy algo mareado y sentado en el suelo del metro por no poder sostenerme en pie. Soy abogado , pero no puedo pararles y decirles que no necesito su dinero. No me sale la voz. Estoy preso  en este pasillo... Bloqueado, encerrado y cubierto por aquella tela de juicio que usaba mi padre para tejer el amor hacia mi madre, la gran fiscal en estado permanente (somos 15 hermanos). La superficie de mi maletín tumbado se ha deprimido por la gravedad del dinero... Y no para de hundirse. Yo, mientras tanto, sigo sin saber qué razón inmaterial me impide levantar la cabeza y erguirme como Dios siempre me indicó. Empiezo a detestar el sonido del dinero, la caridad... No puedo defenderme de este ataque absurdo. No sé si me miran mientras tiran su circulante. ¡Nos sabéis lo que llevo en el maletín, desgraciados, no lo sabéis! ¡Con estos papeles sabríais lo fácil que me resultaría hundir vuestros culos en la miseria. Por fin co