Me duele la soberbia cuando me abrasas con humildades gratuítas. Sí, sabes perfectamente de qué hablo, gilipollas. Pero por qué tienes que poner esa cara de "pero si yo no he dicho nada", cuando lo has dicho todo. ¿No quedamos en que jugaríamos los dos al mismo juego? ¿No me dijiste que querías llegar hasta el final? Lo teníamos todo planificado, tu me vendes a mí y yo te vendo a tí y al final nos juntamos en la misma compra...
Al parecer Pérez rompió el pacto y Diezmo se quedó con 'marrón'. Nunca han sido amigos, más bien lo contrario, pero se encontraron en un punto en común. Ambos compartían idéntica ambición y idéntica dosis de soberbia. Así que, con la astucia y practicidad por delante, firmaron un acuerdo para conseguir situarse en los más alto del mundo. Uno tenía que promocionar al otro. La táctica era sencilla, pienso en mí cuando le promociono a él. Y claro, siempre 'vende más' el que sea otro el que te vende a tí. Así funcionan las cosas independientemente de la unidad de venta.
Todo iba bien, pero a Pérez algo se le torció... O mejor dicho, retorció. Ocurrió cuando en medio de una persuasión, el persuadido potencial le interrumpió para decirle: Ya conozco a Diezmo, es el mejor. Esbozó una sonrisa Pérez para salir del paso, pero aquella frase le machacó por dentro. Así que decidió, como buen adulto aguerrido y con dosis de rencor reconocido, actuar en consecuencia. Se fue por libre y abandonó el territorio de consenso.
Hoy he leído en el periódico que un tal Pérez Diezmo ha firmado un contrato millonario con una empresa emergente. Una compañía especializada en persuadir a jueces para que juzguen a otros jueces. Así que ni corto ni perezoso, un personaje ha fusionado dos identidades soberbias para convertirse en uno, grande y libre. Y no es ninguno de ellos. Así funcionan las cosas.
Salud!
Al parecer Pérez rompió el pacto y Diezmo se quedó con 'marrón'. Nunca han sido amigos, más bien lo contrario, pero se encontraron en un punto en común. Ambos compartían idéntica ambición y idéntica dosis de soberbia. Así que, con la astucia y practicidad por delante, firmaron un acuerdo para conseguir situarse en los más alto del mundo. Uno tenía que promocionar al otro. La táctica era sencilla, pienso en mí cuando le promociono a él. Y claro, siempre 'vende más' el que sea otro el que te vende a tí. Así funcionan las cosas independientemente de la unidad de venta.
Todo iba bien, pero a Pérez algo se le torció... O mejor dicho, retorció. Ocurrió cuando en medio de una persuasión, el persuadido potencial le interrumpió para decirle: Ya conozco a Diezmo, es el mejor. Esbozó una sonrisa Pérez para salir del paso, pero aquella frase le machacó por dentro. Así que decidió, como buen adulto aguerrido y con dosis de rencor reconocido, actuar en consecuencia. Se fue por libre y abandonó el territorio de consenso.
Hoy he leído en el periódico que un tal Pérez Diezmo ha firmado un contrato millonario con una empresa emergente. Una compañía especializada en persuadir a jueces para que juzguen a otros jueces. Así que ni corto ni perezoso, un personaje ha fusionado dos identidades soberbias para convertirse en uno, grande y libre. Y no es ninguno de ellos. Así funcionan las cosas.
Salud!
Comentarios
Su aguda dureza, el lenguaje preciso, se queda rebotando por ahí como tantas veces hasta que lo cazas y te apropias de detalles que no habías oído al primer vistazo.
isa
dos soberbias se unen y se forma uno grande y libre ....
Suena fatal ¡qué miedito!
Juana: sí, da mucho mucho miedito. La fórmula de soberbia con ausencia de autocrítica + planes con socios de EGO dividido por ceguera, es igual a un patinazo con tu propia miseria resbaladiza por ingenuo. Y delante uno, grande y libre.