Me estaba tomando -con calma- una refacción con el periódico encima de la mesa, y Zapatero y el elenco de señorías tratando los presupuestos en el Parlamento. La granizada de la noche anterior había dejado su huella en las hojas de los Ginkgos biloba y los demás arbustos del parque. Crisis, huracanes, privatizaciones, cambios de formatos y un futuro –ciertamente- incierto. Así estaba el panorama.
Solo, con mi piscolabis, pensaba en nada y en todo. Debía de estar haciéndolo con cara de gilipollas porque se me acercó Marcelo y me gritó: ¡¡Tas alelao!! Marcelo es un vecino de unos 60 años que se pasa el día dando vueltas en su bicicross oxidada a la misma manzana. Lleva una antena periscópica con un rabo de conejo en la punta y una raqueta de tenis Dunlop de los años 80 anclada en el trasportín.
Le dije que se acercara y se sentó. ¿Me invitas a una mirinda? Vale. Pedí la mirinda y nos pusimos hablar de él. Era la primera vez que ocurría. Me contó que no es que estuviera loco, es que se tomaba la vida a coña. Al parecer está forrado. Asegura tener dos multinacionales, presume de ser el inventor de la bombilla de bajo consumo y el autor de Twin Peaks. ¡¡¡Cómo!!! Sí, sí, David Lynch me robó la idea en una cafetería como esta. Espero, me dijo con cara de pocos amigos, que no se te ocurra contar esto en uno de tus posts. Vaya, le estoy traicionado, pensé, porque evidentemente sabía que lo contaría. Lo que más me alucina es que entre en mi blog.
El monólogo continuó una hora más. No quería cortarle, pero el delirio fue creciendo tanto que la cabeza no me daba para más. Le corté en: “dejé el tenis porque nunca me reconocieron como el revés a dos manos… Nadal es mi nieto, pero no lo sabe”. Antes de llegar a casa, me encontré con Casimiro de frente. Se me acercó y me susurró al oído: ¡Luc, yo soy tu padre; no escuches a Marcelo, únete a mí, juntos dominaremos la galaxia!
¡Salud!
Solo, con mi piscolabis, pensaba en nada y en todo. Debía de estar haciéndolo con cara de gilipollas porque se me acercó Marcelo y me gritó: ¡¡Tas alelao!! Marcelo es un vecino de unos 60 años que se pasa el día dando vueltas en su bicicross oxidada a la misma manzana. Lleva una antena periscópica con un rabo de conejo en la punta y una raqueta de tenis Dunlop de los años 80 anclada en el trasportín.
Le dije que se acercara y se sentó. ¿Me invitas a una mirinda? Vale. Pedí la mirinda y nos pusimos hablar de él. Era la primera vez que ocurría. Me contó que no es que estuviera loco, es que se tomaba la vida a coña. Al parecer está forrado. Asegura tener dos multinacionales, presume de ser el inventor de la bombilla de bajo consumo y el autor de Twin Peaks. ¡¡¡Cómo!!! Sí, sí, David Lynch me robó la idea en una cafetería como esta. Espero, me dijo con cara de pocos amigos, que no se te ocurra contar esto en uno de tus posts. Vaya, le estoy traicionado, pensé, porque evidentemente sabía que lo contaría. Lo que más me alucina es que entre en mi blog.
El monólogo continuó una hora más. No quería cortarle, pero el delirio fue creciendo tanto que la cabeza no me daba para más. Le corté en: “dejé el tenis porque nunca me reconocieron como el revés a dos manos… Nadal es mi nieto, pero no lo sabe”. Antes de llegar a casa, me encontré con Casimiro de frente. Se me acercó y me susurró al oído: ¡Luc, yo soy tu padre; no escuches a Marcelo, únete a mí, juntos dominaremos la galaxia!
¡Salud!
Comentarios
A veces, el loco más loco entre los locos puede darnos la pista que se nos había caído del bolsillo mientras corríamos para no llegar tarde al trabajo; o para no perder el autobús, el metro... Eso sí, como sea uno mismo el que no quiere enterarse de nada, ya puede venir quien sea a contarte lo que sea, que no se enterará de nada de lo que pasa... ni dentro ni fuera.