Dos chavales (juntos no llegan a los treinta) discuten en el metro. Uno, más vehemente que el otro. La gente les mira por el acaloramiento de la discusión. El tema de fondo: un vídeo que uno de ellos (el más tranquilo y bajito de los dos) colgó en youtube por error. ¡Y ahora qué, y ahora qué! Recrimina. En la pieza se ve al hermano de uno de ellos comiéndose a besos (traduzco muy suavemente las palabras que salían como metralla de la bronca) a la novia del hermano de otro de ellos.
Parece que la idea de grabar las imágenes fue compartida, pero lo de colgarlo en la red fue una decisión unilateral. El balance deja: dos familias enfrentadas y como suele ocurrir en estos casos: una novia defenestrada sin remedio… la peor parada; dos amigos de dos hermanos que quieren “matarse a hostias” (traducción literal); un vídeo que ya no está en red, pero sí en la retina y en muchas ‘memorias’ de vecinos, amigos y colegiales.
Se zarandean, se reprochan… los ahí presentes nos debatimos (interpreto) entre intervenir o conocer algo más de la historia. Yo me mojo, no quiero intervenir y sí saber ‘qué pasa al final’. Una parada, otra, y otra más (nadie se baja del vagón). Ahora todos atienden a la escena sin intervenir. ¡Y ahora qué, y ahora qué! ¡Que me he quedado con tu IP! Y ahora qué, y ahora qué! Tu hermano es cabrón… el tuyo un yonki. Tu madre me va a… Sólo llegaron (casi) a las manos cuando uno dijo: ¡Tu padre es un calvo! Ahí, amigos, la cara del hijo afectado por comentario cambia por completo y la mano se le va al cuello del ya ex amigo.
El metro llega al fin del trayecto y vuelve. La cosa no va a más… ni a menos, así que me bajo y como yo, la mayoría de los pasajeros. Pero la curiosidad me asalta sin darme cuenta al conectarme desde mi casa. Busco y busco y de tanto rastrear me encuentro con un vídeo en el que salimos, con cara de gilipollas (traducción literal y auténtica) un grupo de pasajeros mirando una escena (que no se ve) en un vagón de metro.
¡Salud!
Parece que la idea de grabar las imágenes fue compartida, pero lo de colgarlo en la red fue una decisión unilateral. El balance deja: dos familias enfrentadas y como suele ocurrir en estos casos: una novia defenestrada sin remedio… la peor parada; dos amigos de dos hermanos que quieren “matarse a hostias” (traducción literal); un vídeo que ya no está en red, pero sí en la retina y en muchas ‘memorias’ de vecinos, amigos y colegiales.
Se zarandean, se reprochan… los ahí presentes nos debatimos (interpreto) entre intervenir o conocer algo más de la historia. Yo me mojo, no quiero intervenir y sí saber ‘qué pasa al final’. Una parada, otra, y otra más (nadie se baja del vagón). Ahora todos atienden a la escena sin intervenir. ¡Y ahora qué, y ahora qué! ¡Que me he quedado con tu IP! Y ahora qué, y ahora qué! Tu hermano es cabrón… el tuyo un yonki. Tu madre me va a… Sólo llegaron (casi) a las manos cuando uno dijo: ¡Tu padre es un calvo! Ahí, amigos, la cara del hijo afectado por comentario cambia por completo y la mano se le va al cuello del ya ex amigo.
El metro llega al fin del trayecto y vuelve. La cosa no va a más… ni a menos, así que me bajo y como yo, la mayoría de los pasajeros. Pero la curiosidad me asalta sin darme cuenta al conectarme desde mi casa. Busco y busco y de tanto rastrear me encuentro con un vídeo en el que salimos, con cara de gilipollas (traducción literal y auténtica) un grupo de pasajeros mirando una escena (que no se ve) en un vagón de metro.
¡Salud!
Comentarios
Saludos desde mi humilde IP.
;-)
¡Salud!
Grande Escher también ;)